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¿Ya se disculpó el nuevo alcalde?

Avatar del Roberto Aguilar

Antes de 2019, cualquier quiteño con un mínimo interés en la cosa pública, sabía perfectamente que clase de político era Jorge Yunda, de quien Santiago Guarderas hablaba maravillas’.

“Un hombre íntegro que practica valores y principios”: así describió el nuevo y legítimo alcalde de Quito, Santiago Guarderas, al removido Jorge Yunda en febrero de 2019, cuando ambos se encontraban en campaña electoral, juntos, de camino al Municipio. Pudo haberse detenido ahí pero siguió: “Un hombre -dijo- que gracias a su esfuerzo obtuvo el título de médico cirujano”. Y siguió: “un hombre que ha logrado dar empleo a más de 400 quiteños y que sabe administrar un negocio”. Parecía a punto de derretirse en alabanzas el entonces candidato. ¿Realmente era necesario? Probablemente no pero él siguió: que era “un motivo de orgullo y un honor” estar a su lado, también dijo. Y siguió…

“Un hombre que sabe administrar un negocio”... ¡Vaya si lo sabe! Bajo la mesa y a la chueca. Para ese entonces, cualquier quiteño con un mínimo de interés en la cosa pública (y se sobreentiende que un candidato a concejal y vicealcalde hace parte de este grupo) sabía exactamente quién era Jorge Yunda: un hombre (podía haber añadido Guarderas) que acaparó frecuencias de radio y televisión (46 en total) que obtenía por vías no muy santas; un hombre que armó una docena de tramas societarias por medio de testaferros que le servían de cortina de humo; un hombre que ocupó la presidencia del Consejo Nacional de Radio y Televisión (Conartel) del correísmo en flagrante conflicto de intereses; un hombre que usó la ventaja de ese cargo público para dictar los reglamentos que luego empleó para construir su imperio mediático… Todo esto estaba suficientemente documentado desde antes de 2019 y era de conocimiento público. No puede decir Guarderas que ignoraba con quién se estaba metiendo: lo sabía al dedillo.

Unión Ecuatoriana se llamaba el chiringuito que les dio cobijo y auspició sus candidaturas. Uno de esos movimientos políticos… ¿Cómo llamarlos? ¿Fantasmas? ¿De alquiler? Duermen en una carpeta hasta que alguien los necesita y entonces salen al mercado electoral, que es altamente especulativo. Por lo general tienen dueño, en este caso el exfiscal Washington Pesántez, todo un angelito. ¿Dónde más podían juntarse un exlegislador correísta (Yunda) y un exdirigente máximo del Partido Social Cristiano en Pichincha? Nada que hacer: estas candidatura prometían show. Y cumplieron con creces.

Por eso, en marzo de 2021, cuando el entonces vicealcalde Guarderas y otros dos concejales del mismo chiringuito publicaron un comunicado en el que expresaban su preocupación por las denuncias de corrupción que enlodaban a Yunda y Baby Yunda, se trataba nada más que de una magnífica actuación. ¿Qué esperaba? ¿Una alcaldía impecable, honestísima, digna de aquel “hombre íntegro que practica valores y principios” que él se inventó durante la campaña? Que Guarderas sea hoy el alcalde legítimo de la capital no significa que su camino para llegar hasta ahí no haya sido de lo más sinuoso. Por eso, su primer gesto público luego de tomar posesión de la Alcaldía debió ser (pero esto es pedir demasiado para políticos de su clase) asumir sus responsabilidades por el desastre y el caos en que se encuentra la ciudad y pedir perdón a los quiteños. De rodillas.