Lo que no compra el dinero
No nos debe extrañar entonces que buena parte de la juventud chilena que ya superó cierto nivel de bienestar...
En la columna anterior nos habíamos referido, citando un par de casos, a ciertos bienes que encontraban resistencia en buena parte de la gente para que sean tratados como bienes de mercado, es decir negociados a un precio determinado. Si bien la lista de bienes y servicios por los que indagué fueron muchos, podría resumir en dos clases aquellos que ofrecieron en los entrevistados mayor resistencia.
En primer lugar aquellos bienes que se percibe deben ser recibidos por todos, sin excepción, en calidad y oportunidad en que son requeridos, tales como salud y educación. En segundo lugar, aquellos que un precio termina desbaratado por condiciones morales, como por ejemplo la prostitución, los vientres de alquiler, la venta de órganos de seres vivos, etc. Sin embargo, algo en particular me llamó la atención, especialmente en los más jóvenes que entrevisté, y esto tiene relación con aquellos bienes que definen las condiciones permanentes de vida.
Es decir, superadas las necesidades básicas, lo cual se logra con un rápido crecimiento económico como en el caso chileno, un grupo muy grande de gente se topa con muros insalvables de desigualdad. Existe, por ejemplo, una alta correlación entre los salarios de graduados de una y otra universidad. Es el mismo caso de la relación que existe entre los altos cargos de las empresas y sus orígenes sociales o étnicos en Latinoamérica. No es simplemente un tema de precios el que rige para ciertos bienes en la sociedad, sino que usando las letras de Sandel, ciertas desigualdades en las condiciones sociales de fondo no permitirán nunca que alguien pague el precio del bien, y más aún, teniendo cómo pagarlo; el bien no está disponible para esa persona.
No nos debe extrañar entonces que buena parte de la juventud chilena que ya superó cierto nivel de bienestar, vea inalcanzable subir a los lugares más altos en las distintas definiciones de escala social. Es exactamente ahí donde se debe trabajar si no queremos tener una sociedad fallida, en ofrecer tanto como se pueda una línea de partida razonablemente igual para todos. Es fácil escribirlo.