Columnas

Socavón

Se han producido varios en Zaruma desde los años noventa. El último y más grande, el 15 de diciembre, en la zona urbana, donde colapsaron tres edificios de principios del siglo XX que contribuyeron a que esa ciudad sea incluida en el listado de la Unesco como patrimonio de la humanidad. Esta tragedia levanta el polvo escondido bajo la alfombra, obligándonos al análisis. La Constitución, que es nuestro marco legal, garantiza derechos de la naturaleza. La desconexión de la minería con nuestro origen también vulneraría el esfuerzo del Ecuador por cumplir los objetivos de desarrollo sostenible planteados por las Naciones Unidas. Algunos responderán que la tecnología nos ayudará a sobrellevar la carencia de recursos naturales no renovables como consecuencia de la extracción descontrolada frente a la interminable demanda de una creciente población mundial. Puede ser, pero lo cierto es que las especies se extinguen, los recursos se agotan y los más ricos están perfeccionando naves espaciales.

Nos han vendido una novela romántica sobre la minería ilegal, pero esta, y en ciertos casos, la legal, contamina el agua y destruye tierras agrícolas. Los militares han encontrado armas de grueso calibre en las minas ilegales, haciéndonos sospechar que también sirven como mecanismo para lavar dinero a través de la venta del oro extraído.

Existe ineficiencia de parte de las autoridades locales y de la Agencia de Regulación y Control de Energía y Recursos Naturales No Renovables. Se defienden con diferentes excusas (falta de recursos humanos, económicos, etc.), pero los resultados se reflejan en Zaruma. La administración pública no puede controlar la minería, una actividad que mueve muchísimo dinero, capaz de corromper. Tal vez la solución sea una alianza pública privada para lograr innovación y una explotación controlada como la que Canadá y Australia desarrollan en sus respectivos territorios. Hasta eso, es válida la iniciativa del Gobierno nacional de emitir bonos verdes, y pongo sobre la mesa la posibilidad de concentrarnos en una economía verde para sobrevivir como especie.