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¿Y quién es Álvaro Noboa?

Avatar del José Hernández

"¿Desde cuándo ese Álvaro Noboa quería ser candidato a la presidencia por sexta vez? Y si quería, ¿por qué no previó, como dijo Manet, todas las coartadas?"

Álvaro Noboa no es un artista ‘performer’. No obstante, ha desafiado huracanes, se ha metido al mar helado, ha propuesto unir al continente en un país llamado América… Si no es un artista y si su porte ha sido el de un millonario más bien tradicional, ¿en qué cuenta hay que anotar sus actitudes estrafalarias que lo han convertido en el político más memeable del país?

¿Simple ‘show de marketing’ político? ¿Pantomimas destinadas a fijar en el imaginario social a un ser distante, desconocido y misterioso que vuelve al país de vez en cuando, de elección en elección? Puede ser. Pero sus parodias y sus retahílas extravagantes le otorgan un aura idónea quizá para un ermitaño místico; inquietante para un aspirante a la Presidencia.

¿Quién es realmente Álvaro Noboa? ¿Y cuál es su estado de salud? Esas dos preguntas rondan en un país que, perplejo ante la fragmentación y el desamparo, coquetea con la esperanza de toparse con algún iluminado capaz de dominar hasta lo desconocido. Noboa, al desafiar y supuestamente dominar las fuerzas de la naturaleza, encarna al candidato poseedor de dinero, fe, sabiduría y poderes especiales: una suerte de dios nórdico mitológico, un superhéroe atrapado en su propia tira cómica.

¿Desde cuándo ese Álvaro Noboa quería ser candidato a la presidencia por sexta vez? Y si quería, ¿por qué no previó, como dijo Manet, todas las coartadas? Luce inverosímil que un hombre que puede tener un ejército de asesores y operadores, no haya tomado las medidas para cumplir a tiempo con los requisitos que la ley exige para candidatizarse. O mejor: ¿sus ambivalencias y dilaciones fueron calculadas para que llegue a la lista de candidatos de último, pasada la hora y violando las líneas rojas? Al fin y al cabo, su equipo quiso convertirlo, sin temor a torcer el cuello a la lógica, en el ‘outsider’ de la elección.

¿Quién es el Noboa que jugó con los tiempos y, a la vez, habló, hace meses, con Jaime Nebot y Guillermo Lasso? Al parecer sabía lo que hacía y sembró su candidatura de golpes de efecto que vuelven plausible una hipótesis: su llegada dramática y tardía al CNE fue planificada para convertirlo en un tema periodístico ineludible. Una estrategia para posicionarlo rápido y mejor que sus 16 competidores.

Ahora Noboa enfrenta la posibilidad de quedar fuera de la campaña. La jugada que intentó en el Tribunal Contencioso Electoral luce minada, víctima del discurso de los jueces amigos a los que recurrió. ¿Qué pidió, en efecto, ese Tribunal al Consejo Nacional Electoral, el 30 de octubre pasado? Adoptar las medidas administrativas necesarias para que Justicia Social, el partido alquilado por Noboa, cuente con los medios para calificar los candidatos en igualdad de condiciones con las demás organizaciones políticas.

El fin de semana el CNE hizo saber que está cumpliendo escrupulosamente la sentencia que el TCE dictó el 30 de octubre pasado. Tan escrupulosamente que Álvaro Noboa no podrá inscribirse porque no cumplió con un requisito previsto en la ley: la candidatura debe ser producto de la realización de un proceso electoral interno en el partido que lo postula. Y esto está explícitamente dicho en la comunicación que el CNE dirigió este domingo al país.

¿Qué margen de maniobra tiene el TCE si quisiera torcer la decisión que el CNE tomó, amparándose, como lo hace notar, en la Constitución y la ley? Recurrir a la Corte Constitucional. El TCE tomaría la responsabilidad de empantanar esta elección. Y lo haría para meter por la ventana a un candidato que ignoró todos los plazos y requisitos y que el país, aunque no parezca, desconoce.