#enbandejadeplata

Los apetitos por raptar la justicia y la pugna por el CJ dejan el camino fértil para que el narcotráfico no solo enrede a jueces de primera instancia en sus filas, sino que escale hasta las Altas Cortes’.
El país sigue con (o ya sin) asombro el juicio político contra cuatro vocales del Consejo de la Judicatura (CJ). Se necesitan 92 votos para censurar y destituirlos. En eso están enfocados los políticos de distintas tiendas. Lo que preocupa es que Iván Saquicela, presidente de la Corte Nacional de Justicia (CNJ) -y representante de la Función Judicial- también lo esté.
Públicas son las acusaciones en su contra sobre el ‘lobby’ que habría realizado para cabildear votos a favor de la destitución. ¿Qué hace el primer juez de la nación en conversaciones políticas para desestabilizar otro órgano de la Función Judicial? ¿A cambio de qué?
Saquicela también es partidario de desaparecer el CJ y regresar a una Corte Suprema, en la que desde ahí se controle todo. Por si fuera poco, envió una nueva terna (la segunda) para imponer su delegado en el CJ y presidirlo. Es decir, Saquicela quiere -o debe- tener el control de la justicia. ¿Por qué esto le interesa tanto?
Es que el CJ es el ente que nombra a los jueces. Es también el que los sanciona. Eso no es poca cosa. Tener la presidencia de ambos, CNJ y CJ, supone un gran poder en la justicia, uno inmenso.
¿Por qué esto debe importarnos?
La frágil institucionalidad de la justicia tiene un precio: la impunidad. Hoy parece que la impunidad tiene un denominador común: el narcotráfico.
Frescos están los fallos -inexplicables en lo jurídico- con los que cabecillas de organizaciones delictivas (caso Rasquiña) recuperaron su libertad, pese a estar condenados por asesinato. Ya se habla de ‘narcosentencias’.
Los apetitos por raptar la justicia y la pugna por el CJ dejan el camino fértil para que el narcotráfico no solo enrede a jueces de primera instancia en sus filas, sino que escale hasta las Altas Cortes. Y no solo eso, luego nombre, designe jueces y los amenace con la destitución. Un “plata o plomo”, digamos, sin sangre.
El botín judicial que se quieren servir desde la Asamblea Nacional viene con el írrito riesgo de entregar en bandeja de plata la justicia a las mafias. Creo que a esta distopía también se refería Pancho Huerta cuando nos previno de un ‘narcoestado’.