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Sin crecimiento no hay desarrollo

Avatar del Francisco Swett

La presentación de la política económica, dicho de otra manera, se basa en la subida de impuestos para salir a los mercados de capital, honrando el actual perfil de la deuda’..

Con impuestos no hay crecimiento. Sin crecimiento no se resuelve el problema fiscal que abarca una tercera parte de los gastos presupuestados. Subir el gasto público y quitar más recursos a las empresas corta la posibilidad de crear empleo. La carga efectiva de impuestos del 5 % de los contribuyentes que sostienen al Estado es la más alta de la región. La cantaleta de la solidaridad se queda afónica desde el momento en que se produce el efecto de irradiación de los impuestos. El régimen tributario es disfuncional. El régimen previsional dejó de ser previsivo desde el momento de su concepción. El sueldo básico atiende los requerimientos del tercio de la población que está empleada, el resto queda a su suerte; Ecuador tiene una de las más altas tasas de emprendimiento del mundo: pero no es por genialidad, sino por necesidad.

¡Quienes dieron batalla contra la dolarización son los mismos que hoy dan batalla contra el crecimiento!

Hay una escuela marcada de pensamiento que pretende gobernar a su manera. No fue la plataforma que eligió al candidato, hoy presidente.

Son argumentos que, en diferentes ocasiones, he transmitido desde esta columna.

El crédito público y las pérdidas en la venta interna de combustibles representan más del 50 % del gasto total. Por ello, para encontrar la ruta del crecimiento hay que empezar por donde se origina el problema. Se proyecta gastar tres veces más en el servicio y amortización de la deuda que en la inversión pública, que queda en los niveles nulos en que la mantuvo Moreno. He ahí la fuente mayor del problema, aparte de la burocracia ineficaz y la hipertensión regulatoria.

El ministro ha anunciado que el país saldrá al mercado de capitales y su argumentación demuestra que, más allá de lo prescrito en el acuerdo del FMI, la razón de ser de los impuestos es para obtener mejores términos en la contratación de deuda para tapar el hueco presupuestario. La presentación de la política económica, dicho de otra manera, se basa en la subida de impuestos para salir a los mercados de capital, honrando el actual perfil de la deuda. Se anticiparía tener más largos plazos a menores costos como consecuencia de la reducción del riesgo país.

Todo esto es expectativa mientras el mercado observa que, por ejemplo, en el Índice de Libertad Económica nos hallamos 50 puestos por debajo de Rusia, China o Bielorrusia. Para nuestro lamento, Ecuador es serializado como un mal pagador que hoy ofrece bonos que, con sorprendente orgullo de unos cuantos (y que al hacerlo demuestran insondable ignorancia), son los segundos más rentables títulos del mundo. Cabe la pregunta: ¿rentables para quién? Pues, para los tenedores y los “traders”.

Se esperaba que, en un gobierno autodenominado liberal no domine una interpretación chueca de la escuela neo-keynesiana. ¿Por qué chueca? Porque somos el único país del mundo en que el Estado aprieta más las tenazas del control económico para resarcirse de las pérdidas que la negligencia culposa y la mala práctica económica del pasado reciente (con el concurso de los que hoy continúan) causaron.

Es hora de que el MEF cambie los argumentos matemáticos de sus ominosas proyecciones de la economía, ¡a menos que estas hayan sido falsetas para comenzar!