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Francisco Rosales Ramos | Morante, vuelta a lo clásico

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El odio visceral y el desajuste emocional del prófugo privaron a Quito de “la mejor feria de América”

“… allí queda esa tanda de naturales sobrenaturales que le sacudió al cuarto (toro) como una obra maestra al arte, al toreo más clásico y profundo y al valor”, “ el toreo de Morante no se mide por los trofeos, oreja más u oreja menos. Morante toreó como nunca antes había toreado en esta plaza (la Monumental de Madrid)”. Frases de Ángel González Abad en ABC del lunes 9 de este mes.

Y Zavala de la Serna en El Mundo de la misma fecha, escribe: “A las 19:10 Morante, entre el correteo del toro, le había dibujado dos verónicas con el capote lacio, suelto, amarrado al compás. Y dos más estratosféricas mecidas en el pecho, en el juego de la cintura, en el pulso de sus muñecas”; “Morante aportó la dosis, la torería y el empaque desde los ayudados por alto, rodilleros sabrosos rematados con un martinete y un pase de pecho para guardarlos en los hielos de la memoria”.

Qué decir del toreo de muleta: derechazos lentos y profundos, naturales como no se han visto desde tiempo atrás, pases de pecho cambiando de mano, para rematar, en su primero, con una estocada en todo lo alto que hizo rodar al astado.

Luego de la apoteósica participación de José Antonio Morante de la Puebla en la corrida de la Prensa el 28 de mayo, en la de la Beneficencia del domingo 8 de junio marcó un nivel de clasicismo que recordó a Joselito, el Gallo, Antoñete, Curro Romero y otros excelsos de la maestría torera.

El maestro abrió la Puerta Grande y fue en hombros hasta cerca del hotel Wellington, seguido de un enorme grupo de jóvenes que no cesaban de vitorearlo y proclamar su torería.

El odio visceral y el desajuste emocional del prófugo privaron a Quito de “la mejor feria de América” y hundieron sus fiestas de fundación.

Miles de personas fueron privadas de sus ingresos. Hoteles, restaurantes, bares, taxistas, vendedores, hasta ahora no se han podido recuperar.

El esfuerzo de José Luis Cobo, ganadero y empresario, ha hecho que dos festejos en Latacunga, en los que se canta el himno a Quito, sirvan de refugio a la afición taurina.