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Jung y los caretirojos

Avatar del Fernando Insua Romero

Esta columna la dedico a los de Bienvenido Guayaquil, quienes me hicieron sentir bienvenido en mi propia casa

Vivo en el centro por la firme convicción de que la promoción de la identidad se la trabaja desde el mismo lugar. Pero a veces nos acostumbramos al entorno de tal manera que nos olvidamos de lo que nos rodea, y deseando escribir algo sobre este sector de la ciudad al cual amo profundamente, con sus defectos y grandes virtudes, investigaba sobre complejos procesos de rehabilitación de los centros urbanos. Recordé a Carl Jung, quien decía: ‘’Quien mira hacia afuera, sueña. Quien mira hacia adentro, despierta”.

Así que decidí caminar el centro, desde áreas rehabilitadas y de moda, hasta zonas difíciles. Muchos pueden pensar que fue un camino tranquilo, sin sobresaltos, sin la paranoia de sentir que vivimos en el Beirut de la guerra civil libanesa y no negando la inseguridad de la ciudad; pero también se lo hizo caminándola como un acto íntimo de libertad y dignidad.

A mi regreso pasé por la calle Panamá, donde hacían una pausa en la heladería San Fernando los miembros del grupo cultural ‘Bienvenido Guayaquil, quienes organizan charlas y recorridos históricos guiados por la ciudad, así como otros eventos. Estaban de sombrero de paja toquilla, pues promocionan en el día sus programaciones. Me dieron mi sombrero, me invitaron a sentarme, pedí un helado de chocolate amargo y empezaron a contarme los secretos de las calles, de la historia.

El grupo hace planes, quiere promover el periquito caretirojo como ave del centro, pues hace nido en la zona. Entendí que la ciudad la hacen las personas, la hacen grupos como ellos que no descansan haciendo que la ciudad viva. Ellos hicieron que me sentara en mi balcón a observar que en los árboles del frente estaban esos periquitos caretirojos moviéndose entre las escasas copas verdes que aún quedan en el casco central. Son ellos, son los artistas, son los estudiantes de arte de la universidad de la zona, son los que visitan los cafés, son los nacionales y extranjeros quienes le dan vida al centro. Esta columna la dedico a los de Bienvenido Guayaquil, quienes me hicieron sentir bienvenido en mi propia casa.