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Precarización camuflada

Avatar del Diana Acosta

"El presidente electo debe comenzar con paso firme y no debe seguir recomendaciones de malos asesores que desconocen las normas y principios laborales consagrados en nuestra Constitución"

El panorama no es sencillo, pero ciertamente tenemos esperanzas y por ello nos toca poner el hombro y remar juntos para apoyar al Ecuador junto a las autoridades que se posesionarán con la llegada del nuevo gobierno.

Ahora toca cumplir las promesas de campaña, pero lamentablemente, muchas de estas no dependen de la simple voluntad del Ejecutivo, sino de los votos mayoritarios de una Asamblea fraccionada con representaciones dispersas.

La reforma tributaria ofrecida, con certeza gozará del beneplácito de la mayoría de los asambleístas, pues los ecuatorianos no queremos más impuestos y si esa propuesta viene acompañada de cobrar a los “vivarachos” que no pagan sus impuestos, obtendrá sin lugar a duda un apoyo contundente.

Lo contrario ocurrirá en el caso de que pretendan eliminar prebendas laborales, donde con seguridad tendrá el rechazo ciudadano y de la Asamblea. El presidente electo debe comenzar con paso firme y no debe seguir recomendaciones de malos asesores que desconocen las normas y principios laborales consagrados en nuestra Constitución.

Durante la campaña escuché decir que respetarían los derechos laborales adquiridos, pero que propondrán una nueva ley para los desempleados, porque no hay “nada más precario que no tener empleo”. Les recuerdo que precarización laboral es también discriminar a un sector en detrimento de otro que sí tiene derechos laborales. Es absurdo que pretendan crear trabajadores de primera clase con derechos “adquiridos”, como lo quieren llamar, frente a nuevos trabajadores que entrarán a laborar sin los mismos derechos, ni beneficios, lo que sería equivalente a una precarización camuflada.

Tengo esperanza de que buena parte de la nueva Asamblea no permitirá ningún intento de precarización laboral y discriminación a ningún ciudadano. Considero que el grato ofrecimiento de tener un gabinete inclusivo lo aplique, fundamentalmente, en los ministerios de ámbitos sociales, delegando a profesionales que no pongan al capital por sobre el ser humano, para no menoscabar derechos laborales, como sueñan “algunos de sus equivocados asesores”.