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Carmen Ojeda: Alimentarnos conscientemente

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La alimentación consciente es parte fundamental de nuestro autocuidado ya que impacta nuestra salud física y emocional

Cada vez es más evidente el vínculo que existe entre nuestras emociones y la manera en que nos alimentamos. La comida tiene la capacidad de impactar nuestro estado emocional y, a la vez, nuestras emociones influyen en el tipo de alimentos que elegimos, la cantidad, la velocidad y nuestra forma de comer. Todo esto afecta nuestra relación con los alimentos, tornándola cada vez más compleja y haciendo difícil reconocer los límites entre nuestra hambre fisiológica y nuestra ‘hambre’ emocional. Por esto, resulta muy importante hablar del arte de una alimentación consciente.

A veces el ajetreo y las preocupaciones del día a día nos impiden tener momentos de verdadera conexión con nosotros mismos, incluso en el simple acto de comer, lo que hacemos de forma mecánica, sin ser conscientes de los sabores, las texturas y los nutrientes que los alimentos están aportando a nuestro organismo. La alimentación consciente es parte fundamental de nuestro autocuidado, ya que impacta nuestra salud física y emocional, nuestra relación con la comida y con nuestro cuerpo en general, librándonos de estigmas y reglas internas sobre nuestro peso y apariencia que responden a un paradigma peso-centrista y permitiéndonos aumentar nuestra capacidad de experimentar alegría y satisfacción.

La atención plena al comer sugiere involucrar todos nuestros sentidos, saborear cada bocado, percibir el aroma, notar los colores y texturas para poder así adentrarnos plenamente en la experiencia de alimentar nuestro cuerpo. Se trata de estar presentes en el ‘aquí y ahora’, comer ‘comiendo’, sin hacer nada más, a una velocidad reposada, permaneciendo atentos a los pensamientos, emociones y su conexión con la comida, haciendo de este acto algo único y sagrado.

Nos pueden sorprender los beneficios de hacer de la alimentación consciente un hábito de autocuidado, junto con la higiene del sueño, el ejercicio físico y la atención plena llevada a muchos otros momentos, ya que nos permitirán conectar poderosamente con ‘el aquí y el ahora’, preservándonos de la rumiación del pasado o la angustiosa anticipación del futuro.