Cartas de lectores

¿Será posible que los guayaquileños elijan a quien más hable o acuse malévolamente?

¡Ojalá, esta vez no nos equivoquemos votando por los mismos de siempre!

Hemos presenciado un entrecruce de insultos, acusaciones y descalificaciones que han restado poco espacio y tiempo al análisis de los serios problemas con que cuenta la ciudad y de las destrezas de los candidatos para solucionarlos. Hemos presenciado ataques infundados a todas las facetas de la personalidad de los candidatos y de su vida, de interacción social y familiar. Hemos leído y visto ataques de unos a otros, memes e ilustraciones degradantes, pero no hemos escuchado soluciones para la inseguridad, para la reactivación económica, apoyo al emprendimiento, a la salud, o cómo construir el desarrollo de la ciudad. No hubo confrontaciones ni debates de los candidatos sosteniendo ideas o planes ni mostrando destrezas y habilidades en caso de ganar la alcaldía. La unidad de los guayaquileños debe ser perseguida y alcanzada plenamente. La estrategia política de polarizaciones, de lanzarse unos contra otros debe quedar sepultada. Debemos identificarnos con los propósitos de enfrentar y resolver los apremiantes y lacerantes problemas de la ciudad y sus habitantes, construir el progreso de la ciudad, ser parte fundamental de la nueva historia de Guayaquil. El respeto a todos debe prevalecer plenamente. Ni ideología, raza, color, vocación religiosa, preferencias sexuales deben separarnos. Es muy grave lo que vivimos. La campaña electoral se desbordó emocionalmente y la fuerza de la razón y la ambición por el poder no encontraron el espacio debido para rectificar yerros y omisiones en todo lo vivido en este remolino de clienlelismo y populismo electoral. Se constituye un suicidio para la dirigencia política, despedazarse en una feroz campaña electoral sin honor, sin dignidad, sin reconocimiento de las virtudes ajenas y sin las coincidencias evidentes en las soluciones que deben ser adoptadas para combatir los serios problemas que tienen la ciudad y sus habitantes. ¡Ojalá, esta vez no nos equivoquemos votando por los mismos de siempre!

Ec. Mario Vargas Ochoa