Narcoguerra y terrorismo vs. derechos humanos
Mientras tanto los derechos humanos se vuelven cómplices silenciosos
La narcoguerra y el terrorismo son muy similares. Ambos implican actos de extrema violencia, están motivados por consideraciones socioeconómicas y políticas, todos ellos tienen fines estratégicos, y son causados por un grupo de individuos contra otros. Sus consecuencias son terribles para los ciudadanos, ya sea intencionadamente o no. Estos grupos tienen recursos financieros y profesionales.
Aparte de los métodos utilizados, el grado de violencia de esta guerra de territorios hace que se empiecen a formar grupos de choque para someter o eliminar a quienes no estén de acuerdo con ellos. Es entonces que empiezan a generar temor en la ciudadanía con actos de sicariato y terrorismo que se perciben también de forma diferente en el derecho internacional. Es difícil ver cualquier espacio para ellos cuando la vida humana es objeto de ataques deliberados, o cuando se ve como daño colateral.
Todos los derechos humanos son afectados negativamente. Los sistemas de salud y de educación sufren y también la vivienda, el trabajo, el sistema judicial, la libertad de prensa y la libertad de expresión pues estos están expuestos a amenazas continuas.
El Estado por su parte no brinda la seguridad que el pueblo requiere para poder trabajar o transitar libremente, sin el temor de ser atacado por individuos que solo buscan generar temor y zozobra en la ciudadanía. Mientras tanto los derechos humanos se vuelven cómplices silenciosos, ya que su función como tal se prostituye en el momento de defender el derecho de las personas inocentes y más bien proteger a quien viola el derecho a la vida.
En relación a los últimos actos de violencia se que han sucedido en el país, podríamos decir que el Estado ha dejado a su suerte a su pueblo, ya que este no brinda las garantías de seguridad y de armonía para sus ciudadanos. Solo es cuestión de revisar cuántas familias han abandonado el país no solo por la crisis económica sino porque este no brinda la seguridad emocional que ellos requieren para poder trabajar y vivir en armonía.
Johnny Castro