¡Que Francisco Huerta Montalvo descanse en paz! ¡Qué la patria honre sus grandes virtudes democráticas!

Siento honda pena por el fallecimiento de Pancho Huerta. Tuve el privilegio de ser su amigo

Siento honda pena por el fallecimiento de Pancho Huerta. Tuve el privilegio de ser su amigo. Acudía a mi oficina frecuentemente en los fervorosos tiempos de militancia política allá por los años 80, en los que, llevados de su proyecto, pensamiento y vasto saber, un grupo de amigos soñábamos en un Ecuador justo y en la verdadera Patria Grande. Embelesados atendíamos sus reflexiones: la Epístola de Santiago, enfatizando los males de la lengua; frases justas y apropiadas de Marx; adecuaba la praxis política al proyecto tomando los instructivos del tratado ¿Qué hacer? de Lenin; aludía a teólogos tradicionales como Tomás de Aquino y Joseph Ratzinger, contrastándolos con Gustavo Gutiérrez o Hélder Cámara de la Teología de la Liberación; demostraba su admiración por Jean Jaurés, elocuente y enérgico parlamentario francés; honraba la grandeza auténtica de Alfaro y Martí, que proclamaban la necesidad de la unidad de la “madre América”; nos instaba al estudio de la historia nacional para entender el alma ecuatoriana. Todo y más direccionado al fortalecimiento de la patria, su gran amor; al perfeccionamiento de la democracia, su pasión; y a la construcción de la Patria Grande, su sueño. En su discurso combinaba el rigor de la buena oratoria con la reflexión profunda, el humor casual y la frase ingeniosa: “es vital tener elaborado un proyecto alternativo a colores. Uno que nos permita seguir siendo el continente de la esperanza. El de la razón cósmica de Vasconcelos y no apenas la raza cómica de Cantinflas”. Reflexionando sobre la frase de Alfaro: “La hora más oscura de la Historia es la más próxima a la Aurora”, se permitía advertir: “no nos acostumbremos -como los murciélagos- a la oscuridad, puesto que en ella los humanos no tenemos capacidad de volar y, entonces corremos un riesgo mayor: acostumbrarnos a reptar. Al respecto dicen los especialistas en SIDA (síndrome infame de autocensura) que el primer síntoma es cruzar los brazos, después se agacha la cabeza, luego se dobla la espalda, así hasta reptar. ¡Cuidado!” En 1985, como premonición a los acontecimientos de estos días, escribía: “Hablemos, entendámonos. Tratemos de entendernos. El alma ecuatoriana es noble, pero puede envilecerla el odio. Ahora estamos a tiempo. Mañana, solo el luto. Que no haya más dolor por la acción u omisión de todo un pueblo”.

Norman Gordillo Félix