Ecuador exige un verdadero liderazgo

Cuando me preguntan cuál es el principal problema del país, mi profesión de economista no me lleva a mencionar la crisis económica, el déficit fiscal, la ineficiencia de nuestra producción. Tampoco reconocer la falta de seguridad ciudadana, el desempleo o la desidia de nuestra mal vista clase política por combatir la corrupción sistémica que nos corroe. Mi respuesta es que hoy el principal problema del país es la dificultad para tomar decisiones públicas por falta de un verdadero liderazgo.  Tenemos al menos más de dos décadas de conocer los profundos problemas que dificultan la eficiencia, limitan el crecimiento de la productividad y la producción, incrementan los niveles de pobreza y desempleo, que en los últimos años han hecho crecer la desigualdad. La mayor parte de estos problemas son fruto de la manera como opera nuestro sector público. Conocemos los problemas pero no podemos acordar soluciones. El país necesita un liderazgo que permita acuerdos y votos en la Asamblea Nacional y acciones del poder Ejecutivo para que los programas sociales lleguen a las personas que de verdad lo necesiten, para simplificar trámites y facilitar la producción, para hacer más pertinente y de mayor calidad la educación pública, para hacer más oportuna y eficiente la atención en salud, para equilibrar las finanzas públicas, disminuir el costo y mejorar la eficiencia de los servicios públicos.  

En las elecciones próximas, el candidato que pueda obtener el apoyo de otros sectores y gane la presidencia, será el mejor dotado para liderar, concertar, desde el gobierno, solucionar los apremiantes y profundos problemas que atravesamos. Un país como el nuestro sin líderes es como un velero al que se le rompe el mástil, condenado a quedar estancado y sucumbir en medio de las aguas. El futuro presidente debe tener claro que tiene un arduo trabajo: sacar adelante a los ecuatorianos, en especial a los más necesitados. Ahora más que nunca se requiere un acuerdo político, transparente y duradero para no ser cómplices de nuestra propia destrucción. La unidad de un país siempre lo llevará a lograr el éxito.

Ec. Mario Vargas Ochoa