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Netflix trae Milagro en la celda 7

El melodrama goza de excelentes actuaciones y de un guion pensado para un público no muy exigente.

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El final es inesperado y hace que diste diametralmente de la cinta coreana con el mismo nombre sobre la que estuvo basada.Instagram

Este filme turco del 2019 que Netflix estrena se convierte en la película más exitosa de la temporada (según la publicidad leída). Milagro en la celda 7 es un melodrama carcelario que gustará al público no exigente.

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Gira en torno a Memo (Aras Bulut Iynemli ), un joven muy querido en su villorrio localizado en Turquía. Es amable, carismático y divertido, aunque presente discapacidad intelectual. Luego de pastorear sus ovejas, el tiempo sobrante lo dedica a Ova (Nisa Sofiya Aksongur), su pequeña hija, y a su abuela Fatma (Celile Toyon Uysal).

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La excelente actuación de Aras Bulut Iynemli hace que el espectador sienta que, de verdad, está frente a un joven con discapacidad intelectual.Instagram

Debido a su retraso, aunque físicamente ya es un hombre, Memo tiene la mentalidad de un chicuelo de 5 años, por lo que siempre está rodeado de pequeños que gustan de fastidiarlo y jugar con él.

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De pronto, Memo se ve acusado por un crimen que no cometió: la muerte de la hijita de un cruel militar. Es confinado a una celda llena de ladrones, criminales y -posteriormente- es condenado a muerte. Askorozlu (Mesut Akusta Yusuf), exmiembro de la mafia turca, llega a detestarlo, pero al salvarlo Memo de una cuchillada la situación cambia, pero no el castigo.

Ese es el argumento de Milagro en al celda 7, una cinta en la que la utilización de los matices verdes reflejados en los uniformes del ejército, en bosques y praderas acentúa el mensaje de esperanza de este largometraje. 

La dirección, así como el guion, hacen de esta una película no muy diferente a otras del mismo género, pero sí lo suficientemente bien trabajada como para generar sus logros.

A más de sus indudables méritos en el campo melodramático, es llamativa la forma como se muestra el encarcelamiento que viven los prisioneros en las celdas que los cobijan, aunque sorprendan las imágenes de un grupo, aparentemente privilegiado, en el momento de sus comidas, presentadas como si fuese un banquete. Escena que generará sonrisas entre los posibles y escépticos televidentes.

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Pero son las actuaciones de Aras Bulut Iynemli y la pequeña Aksongur las que destacan. El primero por la concepción de Memo, donde actúa con tal excelencia que se llega a pensar que verdaderamente es un ser con discapacidad.

Hay una secuencia en la que es castigado por su comportamiento y obligado a refugiarse en su lecho. La expresión del actor es la de un niño fastidiado y su posición corporal semeja la de un feto en su útero. Además, en sus momentos de alegría, es la faz de un niño feliz, reflejando también la tristeza, la soledad y el abandono. Sus soliloquios con ovejas y palomas lo acercan al espectador más insensible.

Por su parte, Nisa deja traslucir su inocencia, su decisión, sus tristezas y alegrías en forma calmada, introvertida. Nada en ella es exagerado. Su mirada expresiva, sus ojos cristalinos, sinceros, aumentan el poderío de su labor histriónica.

Celile Toyon Uysal como Fatma, la abuela, es también una labor encomiable. En ella los gestos se convierten en palabras y con los ojos expresa todo el dolor humano frente a la injusticia y a las jugarretas del destino.

Algunos televidentes la podrán encontrar ‘llorona’, ‘manipuladora’, pero se trata de un cine emotivo, contemplativo, que gesta preguntas sobre las penitenciarías ecuatorianas.

Nota al margen

Milagro en la celda 7 está basado en un largometraje coreano del mismo título, estrenado en el 2013, solo que el inesperado final de la versión actual difiere totalmente del original.