
Ivet Playà volvió a hablar de lo que pasó con Alejandro Sanz: ¿Qué dijo?
Ivet habla de su vínculo con Alejandro Sanz, aclarando que no hubo delito, pero sí una relación desigual que marcó su vida
“No fue ilegal, pero sí doloroso.” Con esa contundente frase, Ivet Playà, creativa catalana y excolaboradora en la gira de Alejandro Sanz, dio una nueva dimensión al testimonio que compartió en redes sociales sobre su relación con el cantante. En su video titulado “Y ahora yo”, publicado el 15 de junio, la joven narra cómo una admiración adolescente evolucionó hacia una relación emocional y profesional en la que se sintió manipulada, controlada y, en sus propias palabras, “humillada”.
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De fan a colaboradora: una relación que cruzó límites
Playà asegura que conoció a Sanz cuando tenía 18 años, tras años de ser fan. A los 19, llegó a gastar su sueldo entero en asistir a diez conciertos en poco más de un mes. Lo que comenzó como devoción se convirtió en vínculo: él compartía sus fotos, la alentaba y, finalmente, la incorporó a su equipo de trabajo cuando ella tenía 22 años. Pero lo que parecía un sueño cumplido terminó siendo, según su testimonio, una experiencia desequilibrada, emocionalmente desgastante y marcada por dinámicas de poder.
La aclaración en Instagram: no fue ilegal, pero sí dañino
En su video y en una aclaración posterior vía Instagram, Ivet puntualiza que no está acusando a Alejandro Sanz de cometer un delito. Lo que cuestiona es el uso de su posición de autoridad frente a una joven que lo idolatraba y que, en sus palabras, no tenía la madurez emocional para distinguir los límites de una relación marcada por la desigualdad simbólica. “Yo era una niña, él era una figura de poder”, resume.
La reacción en redes no se hizo esperar. Algunos usuarios la criticaron por decir que tenía 19 años “y era una niña”, otros cuestionaron que no haya iniciado acciones legales. Pero más allá de las críticas, la reflexión que propone Ivet apunta a algo más profundo: ¿es suficiente con que una relación sea legal, o también debemos hablar de si fue ética?

Además, su testimonio toca otra fibra sensible: cómo la percepción de una experiencia cambia con el tiempo. En 2023, Playà agradeció públicamente al cantante y se mostró entusiasta por las giras. Hoy, desde otra perspectiva, dice que esa misma historia le duele. No es contradicción, señala, es evolución emocional.
El testimonio de Ivet Playà no busca condenar a Alejandro Sanz, sino abrir una conversación incómoda pero urgente: ¿cómo influye el poder emocional y simbólico de una figura pública en las decisiones de sus seguidores más jóvenes? Aunque no hay delito, su historia invita a revisar cómo entendemos el consentimiento, la reciprocidad y el rol de la admiración cuando hay una gran brecha de poder. Más allá del escándalo, la verdadera discusión está en el impacto invisible que pueden dejar relaciones desiguales disfrazadas de oportunidades.
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