Wiesbaden, Alemania Occidental, septiembre de 1959. Priscilla Beaulieu (Cailee Spaeny) tiene 14 años, vive con sus padres Ann (Dagmara Domińczyk) y Paul (Ari Cohen). Su casa está al lado de la Base Militar estadounidense.

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En una reunión conoce a Elvis Presley (Jacob Elordi). Él tiene 25 años y ya es una súper estrella, el rey del rock & roll. La familia de Priscilla no ve con buenos ojos ese enamoramiento, pero Elvis, con su educación sureña, suaviza la situación.

Pocos años después aceptan que la chiquilla termine sus estudios en Memphis y ella se dirige a Graceland. Su vida adulta ha comenzado y, con ella, la pasión de vivir el amor. Pero... no todo saldrá como esperaba.

Sin fanfarria alguna, hoy se estrena Priscilla, biopic convertido en un auténtico drama pasional, que termina siendo una historia de amor al revés, algo así como la novela de Stefan Zweig, La impaciencia del corazón. Las dos hacen recordar la frase atribuida a Napoleón Bonaparte: “Quien deja es quien vence en el amor”.

Esa es la esencia de este largometraje meditativo, nostálgico, lleno de paciencia y tristeza, de un sueño romántico trastocado en pesadilla.

Basada en el libro 'Evis y Yo, Sofía Coppola toma su argumento y forja un retrato sobrecogedor. La dirige con afecto y honestidad hasta convertirla en su mejor película desde Perdidos en Tokyo (2003), por la cual ganó el Óscar a mejor guion.

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Esta vez recoge el alma de Priscilla Presley y la une al amor que ambos sintieron, lamentablemente acompañados, siempre, por la intoxicación del amor juvenil y los problemas psicológicos de Elvis, de esa ambición emocional que terminó transformando, físicamente, a su mujer. La obligó a teñirse el pelo de negro, a maquillarse cual figura del espectáculo en su afán de que se pareciese a él, pues era su alma gemela, según deja ver la película.

Lo extraño es que, sin haber llegado a la profundidad alcanzada por Priscilla en su libro, el escritor de 'Un descuidado amor', Peter Guralnick, afirmó en su obra que Elvis no tuvo relaciones sexuales con su novia hasta el día de su boda. Y así el filme lo presenta, tal como sucedió. Por ello la película se convierte en un análisis emocional de la pareja, dejando un poco al lado a Elvis, pues la historia pertenece exclusivamente a la niña que se convirtió en mujer dentro de un mundo que jamás soñó vivir, no en su enamoramiento.

La fotografía se enmarca en tonos apagados y sombras, como si estas fuesen reflejos lúgubres del alma. Igual sucede con la banda sonora y las canciones que fueran famosas en los años 50 y 60, pero modernizadas a través del grupo Phoenix, el más famoso indie-rock de Francia, de Europa.

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Las actuaciones logran su objetivo. Jacob Elordi es un Elvis más complejo que el de Austin Butler. Cailee Spaeny, una verdadera revelación, así lo consideró el último Festival de Venecia que, en noviembre del 2023, la eligió como la mejor actriz del año. Ahora compite por el Globo de Oro y seguramente irá a los Óscar.

Ella evoca los sentimientos que la verdadera fémina implicó y permite descubrir el lado oculto, el comportamiento de un mito en su largo noviazgo y turbulento matrimonio, de promesas no cumplidas.

Sin ella y la firmeza de Sofía Coppola no hubieran podido llegar a la cúspide lograda. Su actuación es compleja, se trata de una caracterización sobre un ser humano que todavía vive y aplaude los logros de la cinta.

Los primeros planos desnudan el espíritu de sus protagonistas y el montaje se nutre de tomas rápidas, efectivas, hasta crear un ritmo que convierte las secuencias en latidos del corazón.

El paso de los años surge de manera muy original: son las canciones, el vestuario, el maquillaje, el acicalamiento y esa dirección artística que hace del dormitorio de Graceland un lugar muy cercano, en su decoración, a una casa de citas, a un burdel que muestra el mal gusto de su dueño. El romance con Ann-Margret también es planteado y sirve para abrirle los ojos a la ya víctima de un desengaño.

Agrego que Priscilla es un gran filme, digno de un mejor estreno. Es de lamentar que ya los distribuidores no publiciten sus filmes a través de la prensa escrita, como lo era en el viejo Guayaquil, años en que seguramente, luego del estreno abrirían una matiné doble: Elvis y Priscilla, así la jornada hubiese sido completa.

Sugiero vaya a verla y le informo que también hubiera ingresado a la nómina de los mejores filmes del 2023.

Calificación: * * * * 1/2

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