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El Conjuro 3, de los monstruos digitales a escenas más tangibles

En la tercera entrega de la franquicia de terror más exitosa de los últimos tiempos, desde el inicio se evidencia la acertada dirección de Michael Chaves.

El conjuro 3:El diablo me obligó a hacerlo
El estreno de la cinta estaba planificada para septiembre del año pasado, pero la pandemia obligó a posponerlo.Warner Bros Picture

Mil novecientos ochenta. David Glatzel (Julian Hilliard) tiene 11 años y se despierta gritando, afirmando que vio a un tipo de grandes ojos negros, de rasgos infernales amenazándolo con arrancarle su alma. Lo extraño es que el niño tiene rasguños y moretones.

Poco tiempo después Arne Cheyenne Johnson (Ruairi O´Connor), novio de la hermana del pequeño, viendo su angustia, pide al posible espíritu que abandone al chicuelo y se transfiera a su persona; lo cual sucede. Pero… Arne termina asesinando a Bruno Sauls (Ronnie Gene Blevins), casero borrachín del lugar que habita.

Acusado de homicidio, es enjuiciado. Su defensa alega que es un caso de posesión diabólica. Afirma el abogado que 43 demonios invaden aquella persona, que deberán practicarle un exorcismo. Entonces llaman a los demonólogos Lorraine y Ed Warren (Vera Farmiga y Patrick Wilson), quienes tendrán que descubrir lo que realmente sucedió.

En esta tercera entrega, Michael Chaves, su director, ha tenido la inteligencia suficiente para mantener el ritmo que impuso James Wan a los capítulos anteriores. Esto se afirma con la secuencia inicial de 'Conjuro 3, El diablo me obligó a hacerlo' pues con ella se origina el misterio, el suspenso, el terror, aunque menos impositivo que en su primera entrega. La ventaja de esta versión es que no recurre a “monstruos digitales” sino a escenas más tangibles, como las del personaje contorneándose en el aire.

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Si bien es cierto que existe un juicio por asesinato, el filme no escudriña el proceso legal sino que se adentra en su visión tenebrosa y con ello forja su gramática visual: menos cosas que vuelan pero mayor y mejor análisis espiritual de estos hechos basados (supuestamente) en la realidad, en historia detectivesca y fantasmal.

Los minutos en la morgue y sus cadáveres inquietos pueden resultar inverosímiles, pero a no olvidar que a veces las extravagancias forman parte del entretenimiento más aún con la tecnología que ostenta el cine actual y la presencia del personaje llamado La ocultista (Eugenie Bondurant), turbio y espeluznante.

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En el filme sobresalen dos principios que lamentablemente podrían pasar desapercibidos: el poder de Dios sobre el mal y el amor conyugal de Lorraine y Fred pues, cuando ellos están en escena, aflora el romance, su ferviente amor y eso no es común en este género cinematográfico.

En el campo de las actuaciones sobresale Vera Farmiga. Ella es la mujer inteligente que lucha contra el mal, que busca la paz del alma y sobre todo imagen de la compresión hacia su pareja… convertidos ya en almas gemelas.

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