Lo asegura la Organización Panamericana de la Salud (OPS): La pandemia de la COVID-19 ha sometido a una gran exigencia a los sistemas de salud de todo el mundo (...). “Frente a las viejas amenazas y las nuevas amenazas, los sistemas de salud deben ser sólidos y resilientes”, sostiene en su sitio web.

En Guayaquil, las primeras semanas de la emergencia sanitaria, con medidas de confinamiento y distanciamiento físico, la atención directa al paciente se redujo a lo mínimo. Se suspendieron las cirugías y se pospusieron de manera indefinida las consultas programadas. Se promovió la modalidad de asistencia no presencial con consultas telefónicas y en línea. Paralelamente, tomaba fuerza el reto de volver y prepararse para una nueva normalidad.

Cobró relevancia el concepto de resiliencia. Un término usado en la psicología positiva para describir “la capacidad del ser humano de superar situaciones adversas, saliendo fortalecido de ellas”, según el psicoanalista inglés John Bowlby. Un ejemplo de cómo la emergencia implicó una oportunidad para crecer fue el de Gamma Knife Center Ecuador (GKCE), un centro especializado que concentra su actividad y servicios en acercar a la comunidad médica del país, la vanguardia tecnológica del sistema más completo de radiocirugía estereotáctica cerebral.

Fundada hace casi una década, la primera reacción de GKCE desde el inicio de la crisis fue la de no suspender la atención. Lo hizo a través de un programa de contacto telefónico y luego con videoconferencia para hacer el seguimiento de los pacientes ya tratados. Paralelamente, se actualizaron los protocolos de bioseguridad, se dotó de uniformes, equipo de protección personal (PPE, en inglés) y se adoptaron las medidas recomendadas por el Ministerio de Salud y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Una de estas, formar burbujas sociales con el personal.

“La confianza se ganó respetando al personal y contando con ellos para que hagan su trabajo sin restricciones innecesarias, escuchando y actuando sobre sus recomendaciones de mejora e infundiéndoles la seguridad de que las prioridades se deciden y las decisiones se toman teniendo en cuenta sus mejores intereses y el de nuestros pacientes”, comenta Pamela Mata, gerente general de GKCE.

Tras la vuelta a esa nueva normalidad, en mayo de 2020, el panorama en el país era crítico, con negocios y empresas cerradas o en quiebra. Sin embargo, el área de la salud no solo tuvo la obligación de estar en la primera línea de la COVID-19, sino también de no olvidarse de las otras enfermedades y, además, de prepararse para hacerle frente a escenarios similares o peores como el provocado por la pandemia, identificada por la OMS como la mayor crisis de salud pública que el mundo ha enfrentado en más de un siglo.

Un proyecto que nace en medio de la pandemia

Justo en los días en los que el mundo comenzaba a encerrarse por la expansión del virus, GKCE obtenía un importante reconocimiento institucional: el Premio a la Excelencia Gerencial CCEN (Cámara de Comercio Ecuatoriana Nórdica). Tras la para impuesta por la cuarentena determinada por el Gobierno Nacional, este centro especializado reabre en mayo la totalidad de su servicio y en junio establece otro logro: la aplicación del tratamiento Nº 1.500 (número de pacientes atendidos). En julio de ese mismo año, concibe su proyecto de modernización de equipo. Los accionistas aprueban la actualización del equipo de radiocirugía mediante la adquisición del modelo Leksell Gamma Knife Icon, el más moderno en el mercado mundial, el único con esas características en la región andina, y que estará operativo a finales de 2021. El staff médico del centro está conformado por 15 profesionales que rotan sus servicios para asegurar siempre el mejor equipo de especialistas de cara al diagnóstico que presenta cada caso. El 97% de los pacientes de GKCE son derivados de los hospitales públicos que integran la Red Pública Integral de Salud (IESS, ISSFA, ISSPOL y MSP).