Cuando a los habitantes de la ciudadela Nueva Kennedy, norte de Guayaquil, se les pregunta “¿cuál es el mayor problema que tiene el sector?”, no dudan en mencionar una enorme lista en la que la inseguridad y los ‘tallarines colgantes’ están en primer plano.

Byron Mosquera vive en la zona hace 42 años y hace más de tres décadas labora en la despensa ‘Niño Pablito’, de su propiedad, ubicada en la avenida Benito Juárez y Gonzalo Zaldumbide. Durante este tiempo ha visto cómo la delincuencia se ha apoderado de la zona manteniendo en zozobra a más de 15.000 residentes.

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“Nos sentimos agobiados y preocupados. Aquí roban en el día, en la noche y en la madrugada. Asaltan en las calles, en las casas y en cualquier lugar que uno esté descuidado. No estamos seguros en ningún lado”, señala, al recordar que la semana pasada una pareja fue asaltada en la esquina de su negocio.

“Un hombre y una mujer en moto se acercaron a la pareja y los amedrentaron con un cuchillo y pistola para arrebatarle los celulares, cartera y billetera. Eran las dos de la tarde”, narra molesto, al recodar que llamó a la policía, pero nunca enviaron a los uniformados, a pesar de que a menos de cinco cuadras está ubicado el cuartel modelo.

Datos proporcionados a EXPRESO por la Policía Nacional señalan que en lo que va del año en esta ciudadela se han registrado 130 atracos a personas, una cifra superior al mismo período del 2022, cuando se presentaron 90.

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Los robos a viviendas han disminuido, tomando en cuenta que hasta ahora suman 30, en comparación al año pasado cuando se registraron 45, según el informe policial.

Cansados de tanta inseguridad y del poco accionar de los gendarmes, los vecinos se han agrupado y a través de autogestión han instalado cámaras de videovigilancia en algunos puntos del sector. También han colocado puertas y rejas en peatonales y calles para impedir el ingreso de desconocidos.

Sobre las rejas han puesto concertinas (alambres de púa) para reforzarlas y a la par han contratado guardias privados que se encargan de abrir las puertas a los conocidos e impedir el ingreso de quienes no presentan su identificación.

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“Estas medidas han dado buenos resultados; por eso queremos hacer lo mismo en todas las vías de acceso a la ciudadela. Desde hace más de cuatro meses trabajamos en ello y pensamos que en dos o tres meses más ya estaremos blindados contra la delincuencia”, señala Francisco Torres, líder del Consejo Barrial Sagrada Familia-Nueva Kennedy.

El dirigente lamenta que varios vecinos y dueños de negocios hayan tenido que abandonar la ciudadela porque el hampa los atormentaba, ya que incluso se está marcando territorio como primer paso para las extorsiones que ejercen grupos delictivos que quieren brindar protección a los locales.

“Queremos recuperar la paz y tranquilidad de nuestras calles. Queremos sentirnos seguros. Estamos luchando para que eso suceda pronto”, recalca.

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Al problema de la inseguridad se suma el mal estado de las luminarias, lo que origina que el sector tenga poca luz cuando inicia la noche, lo que es aprovechado por los delincuentes para cometer sus fechorías.

Los ‘tallarines’ que cuelgan de los postes de alumbrado es otro inconveniente con el que deben lidiar los moradores de la ciudadela. “Hay cables enredados que no cumplen ninguna función, pero que están saturando el paisaje del sector”, anota Jéssica Espinoza, quien habita en la zona hace siete años.

Finalmente, señala la falta de señalización de algunas vías, lo que ha provocado varios accidentes.