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Laguna. Esta casa ubicada en Samanes tiene cerca de un año en venta y estuvo otro año en alquiler, pero nadie se ha interesado, por los malos olores de la laguna de oxidación.Freddy Rodriguez

El mal olor de la laguna de oxidación deprecia las casas

El precio de un inmueble cae hasta un 50 %, según expertos y afectados. Este mismo problema lo provoca el estero Salado. Ciudadanos reclaman acciones

El mal olor que percibe Adrián Caicedo, de las lagunas de oxidación ubicadas en El Limonal, cercana a la urbanización Guayacanes donde habita, le ha generado molestias y alergias; pero también afectaciones económicas. “Llevo dos años intentando vender mi vivienda, pero tengo la pésima suerte de que cuando viene un posible comprador, todo apesta. Huele a basura, letrina o a huevo podrido. Me cansé de vivir aquí”, se queja el residente, que tiene su vivienda en la avenida Presidente J. L. Tamayo y alista sus maletas para mudarse a la ciudadela 9 de Octubre, en el sur de Guayaquil.

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Lo mismo pasa con Jhonny Oyala, de Samanes 5. Él compró su casa hace 20 años tras escuchar el proyecto del parque que se construiría. “Pero pasaron los años y solo soy vecino de un canal que emite malos olores y gases que se perciben de las lagunas de oxidación. Empiezo a pensar que la alergia que tienen mis hijas es por esto”, manifiesta mientras retira el letrero de ‘Se vende’ de su casa, porque han pasado doce meses y no ha encontrado comprador. Antes de esto, durante un año intentó alquilarla, sin éxito.

El perjuicio económico para Oyala es grande. Su casa de dos pisos y 245 metros cuadrados cuesta 210.000 dólares, pero por el problema la está rematando en 130.000 dólares.

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Estero. Urdesa se ve afectada por los malos olores del estero contaminado. Cecilia Viteri muestra los mangles que sembró para minimizar el malestar.Freddy Rodriguez

Como su caso, hay otros tantos. Solo ayer, el 88,4 % de los lectores que respondieron a una encuesta de EXPRESO, en la que se les preguntó si se habían visto perjudicados por esta problemática al momento de vender o alquilar sus casas, confirmaron que sí. “Nadie quiere vivir en un barrio donde todo huele a letrina. Claro que estamos perjudicados. Un juicio a Interagua o al mismo Municipio es lo que deberíamos imponer”, dice Óscar Fuentes, habitante de Acuarela del Río.

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EXPRESO hizo un recorrido por la ciudad y constató cómo esta molestia, que no ha sido atendida por las autoridades, afecta directamente al sector inmobiliario, como lo han corroborado además los expertos en este campo.

Brick Reyes, arquitecto, docente y experto en urbanismo, afirma que los malos olores se convierten en la piedra en el zapato de quienes están interesados en vender. “Nadie en su sano juicio quiere vivir entre gases contaminantes”, reitera, al hacer hincapié en que no es la primera vez que la comunidad se ve afectada por una situación similar.

El mal olor de la laguna de oxidación y del estero contaminado afecta a los bienes raíces. Incluso el precio de los metros cuadrados de los locales baja hasta en un 15 %.

Ariel Mohr,

corredor de inmuebles

Reyes piensa en el estero Salado y en lo difícil que ha sido también para las familias de la Kennedy y Urdesa, cuyos ramales son parte del paisaje, vender o alquiler su casa. “El comprador lo primero que hace es mirar el entorno. Y si representa un riesgo a su salud, como es el caso, no va a dar el paso. En Guayaquil, ante la falta de acciones y controles, se ha deteriorado el manglar y el estero, donde raros son los peces que pueden vivir. Y es que todo está en contra para las familias. Si la marea sube, la basura que hay en el cuerpo de agua se desborda y llega hasta los hogares; y si baja, el fango putrefacto te nubla hasta la mente”, advierte.

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A su juicio, ningún Gobierno local en la historia le ha dado la suficiente importancia a esta problemática en el Puerto Principal. La corredora en bienes raíces Daniela Chalén evita hablar de lo que han hecho o no las autoridades y funcionarios. Sin embargo, tiene claro que de no percibirse esos olores, no se volvería un desafío vender propiedades incluso en Samborondón. “Los olores de las lagunas allá también se sienten, pero es peor en Guayaquil por la falta de árboles, como lo han advertido los ecologistas. No hay forma de que pueda oxigenarse el sector”.

Según datos proporcionados por Ariel Mohr, corredor de inmuebles, este problema genera una depreciación de hasta el 50 %. “Los locales, del 10 al 15 %. Y las viviendas, del 25 al 50 %. Aunque sé de casos de dueños que cansados de no lograr la venta la han rematado bajando el precio en un 70 %”. Dice que también sabe de casos en que se ha intentado vender una casa por seis años, y al no lograrlo le han cambiado el uso de suelo y la han transformado en un local, y allí lo han alquilado en dos meses. “Es que en el caso de Urdesa, Urdenor y Urbanor, que se ven afectados por los malos olores del estero, esto se percibe entre las 18:00 y 21:00. Luego pasa”, indica.

El metro cuadrado de una casa en Samanes cuesta unos 300 dólares, pero si la vivienda está cerca a la laguna de oxidación baja hasta 150 dólares, por los malos olores.

Fernando Bazurto,

corredor de bienes raíces

Mohr señala que las lagunas de oxidación, dependiendo del proceso en que estén, generan malos olores que pueden percibirse incluso a 26 km de distancia. Por esto también resultan afectadas algunas urbanizaciones de la vía a Samborondón.

El corredor de bienes raíces Fernando Bazurto está de acuerdo en todo, menos en que esa fetidez se perciba con frecuencia en las urbanizaciones que están frente a la laguna en La Puntilla. “Estimo que el viento no permite que llegue ese olor hasta allí, como sí ocurre en partes de las ciudadelas del norte. Al punto de que en las zonas de Samanes donde no afecta el olor, el metro cuadrado de una casa vale $ 300. Y donde el hedor es insoportable, el precio es de $ 150”.

Bazurto agrega que conoce a una familia que no ha podido vender su casa por este problema y lo que hizo fue blindarla. No abren para nada las ventanas y prefieren pagar 200 dólares al mes en la planilla de energía, porque usan el aire acondicionado en las horas de más calor, pero no abren las ventanas nunca, detalla.

Frente a esta situación, coinciden los consultados, hay quienes, cansados de esperar vender su bien, como es el caso de Oyala, deciden retirar los carteles que indican que sus viviendas buscan comprador. “Uno termina dándose por vencido. Nuestra única esperanza está en que las autoridades reaccionen”, considera Marjorie Sabando, de Urdesa.

En la publicación de ayer este Diario detalló que, ante el silencio de Interagua, el Ministerio de Ambiente y el mismo Municipio de Guayaquil, la problemática será tratada en la Asamblea Nacional. El próximo martes, según adelantó el presidente de la Comisión de la Salud, Marcos Molina, el Legislativo tratará el tema y solicitará informes y respuestas inmediatas al Cabildo.

COMPORTAMIENTO

  • “El peor error: acostumbrarse a la fetidez”

El arquitecto Brick Reyes, docente de la Universidad de Guayaquil, tiene claro algo adicional frente a este tema: “Las personas, lamentablemente, por ser seres de costumbre, nos acostumbramos a vivir en estas condiciones, con la fetidez, y eso es el peor error”.

Sin embargo, y en ello hace énfasis, es posible reaccionar. No es tarde, advierte. Y hay que hacerlo, porque con el tiempo los efectos de inhalar esos gases, como lo ha señalado EXPRESO en publicaciones anteriores, pasarán factura.

“Quizás ahora no sientan más que una alergia o migrañas, o quizás nadie sienta nada. Pero eso es ahora. Convivir con esos malos olores desarrollará en las personas enfermedades pulmonares y hasta psicológicas. Van a aparecer y serán difíciles de controlar”, asegura.

Para él, que la Asamblea trate el tema es una decisión más que necesaria y que debe realizarse a cabalidad.

EN EL MUNDO

La descontaminación, un reto posible

Lo que está viviendo Guayaquil con los malos olores de las lagunas de oxidación sí tiene solución. Las estrategias que se aplican vienen de países como Dinamarca, que ocupa el primer lugar en el Índice de Desempeño Ambiental (82,5). Esa calificación incluye el tratamiento del agua, entre otros puntos.

"Alla funcionan bien, usan la debida tecnología y es oxigenada, algo que se puede aplicar acá", dijo a Diario EXPRESO Xavier Salgado, especialista en agroecología y desarrollo sostenible.

Agregó que en Dinamarca con el agua bien tratada se crean, por ejemplo, piscinas para el cultivo de peces, que son aptos para el consumo humano.

Otro punto que destacó el ingeniero ambiental Sergio Rodríguez Portés es que en otros países las lagunas están lejos de asentamientos poblacionales.

En el Índice de Desempeño Ambiental de 2020, en segundo lugar está Luxemburgo (82,3). Le siguen Suiza (81,5), Reino Unido (81,3) y Francia (80).