El fierro caliente liquida la idea de que cualquier ciudadano quiera sentarse. No es para menos, pues las palmeras que se levantan cerca de ellas no dan sombra. Se trata de las 75 bancas de metal que forman parte del mobiliario urbano y que en su mayoría están en aceras o parques; plantadas a lo largo del parterre central de la avenida Portete, pero que nadie se atreve a tomar asiento. Pasan, además, desapercibidas.

En los costados el panorama es intenso en esta vía, la principal arteria del suroeste. El paso acelerado de vehículos livianos, buses y hasta camiones se conjuga con el comercio informal que prolifera en las esquinas, y es por esto que sentarse allí solo representa molestia y ganas de volver a casa, concuerdan los peatones y trabajadores de los comercios aledaños.

Una de ellas es la contadora Carmen Villamar, quien cuestiona la utilidad de estos elementos, así como la carente planificación del Municipio. “Allí más he visto sentados a consumidores de drogas. No sé por qué están en el parterre donde solo hay ruido y nada de árboles. Es absurdo”, se queja.

Solange Macías, habitante del sector, coincide con ella y le gustaría que estas piezas sean reubicadas en otras áreas de la zona donde, puntualiza, sí tendrían una utilidad. “De repente se sientan en las noches, cuando el sol se ha ido. Hay paraderos de buses donde sería bueno que las pongan o en las aceras, así como hay en la 9 de Octubre, se necesita de una buena regeneración urbana”, añade.

La falta de arbolado en el sector es tan notorio que cada vez lo gris del cemento vence. Por ejemplo, al bajar el puente Portete, desde la avenida Rodrigo Bonín, en una sola manzana se contabilizan cuatro de estos ‘asientos’ y siete palmeras. En los alrededores hay un mercado, centro educativo y gasolinera. Son pocos los transeúntes y el dinamismo se lo lleva el ir y venir de los automotores que cruzan el este con el oeste de la ciudad.

Bajo la mirada de arquitectos como Felipe Huerta, es contraproducente que estas bancas estén ubicadas en los parterres de la urbe, teniendo en cuenta que son angostos y, en este caso, no hay ningún atractivo en el entorno para que la persona se atreva a tomar asiento.

Recuerda a EXPRESO que la calle se regeneró hace casi 20 años, y que colocar las bancas allí lo califica como un error y hasta contraproducente, sobre todo para los que, en su mayoría, va destinado este equipamiento urbano: los adultos mayores y niños.

“Por sentido común, ¿quién se atreve a cruzar esa vía y tener polución auditiva y el monóxido de carbono de los carros? Es insoportable estar sentado allí; no hay nada que observar, ni algún atractivo, solo predominan los factores negativos para los usuarios. Está fuera de norma, totalmente”, precisa Huerta, al lamentarse que esto deja en evidencia la “política de enmascaramiento” de la carencia de las áreas verdes en diferentes sectores de Guayaquil.

No es aconsejable esta obra, remarca, debido a que las vías en este sector son anchas y con mayor flujo de tránsito, pero sí podría ser posible en los parterres que tengan 40 o 60 metros de ancho, y pone como ejemplo la avenida Las Aguas, en Urdesa. Allí, en el divisor sobresalen camineras, jardineras y se le puede añadir hasta quioscos.

“De esta manera mitigan la polución, aunque más serían útiles en los paraderos del transporte público, con dimensiones apropiadas y eliminando la mayor agresión al peatón como el caso de las publicidades que ocupan las aceras”, explica el experto.

El urbanista Luis Alfonso Saltos puntualiza que ese espacio actualmente está desaprovechado y sentencia que previamente lo que se debió aterrizar ahí es un análisis del entorno urbano para determinar si esas bancas iban o no ser utilizadas.

Argumenta que en esta zona, al igual que otras de la ciudad, los moradores no tienen este mobiliario en sus aceras, y muchas veces tienen que limitarse a sus portales. Ahí es donde debe apuntar la planificación del Municipio.

“Las bancas, por ejemplo, se debe complementar a lo que la comunidad hace. Esa es la idea del diseño urbano: aplicarlo a la realidad del sector, no solo poner porque se vea bonito”, puntualiza Saltos, quien pone como ejemplo a Lima (Perú), donde ha hecho ciclovías en los parterres.

“Hace falta generar circuitos entre las aceras laterales y el parterre central, donde se diferencien áreas en cada uno de estos espacios, unos de circulación y otros de equipamientos”, concluye el también catedrático.