
Día del Padre en Guayaquil: Así transcurre la jornada en calles y cementerios
El tercer domingo de junio se rinde homenaje a los reyes del hogar; esta es la situación en el Puerto Principal
Cada tercer domingo de junio se conmemora el Día del Padre, una fecha dedicada a honrar a los reyes del hogar. Sin embargo, este 2025 la celebración en Guayaquil ha estado marcada por un ambiente de cautela y recogimiento, muy distinto al de años anteriores.
En sectores tradicionales como el suburbio, donde solían verse grupos de personas reunidas bebiendo en las aceras y compartiendo hasta la madrugada, este domingo las calles lucieron vacías. La creciente inseguridad ha provocado que muchas familias opten por celebrar en la intimidad de sus casas.
“Da miedo acercarse a tomar en la calle, ni siquiera se puede conversar tranquilo porque uno no sabe en qué momento aparece un pillo y empieza a disparar. Ya no hay respeto por la vida ni por las personas”, comentó Medardo Suárez, habitante del suburbio, quien recuerda con nostalgia cómo en años pasados la celebración se extendía hasta el amanecer.
La concurrencia en el cementerio fue baja
Los cementerios de Guayaquil también registraron una menor concurrencia en comparación con otras fechas similares. La visita a los padres fallecidos, una tradición común en este día, se vio afectada tanto por la inseguridad como por la crisis económica, lo que impactó directamente en las ventas de los comerciantes que se ubican en los exteriores.
“Hacemos lo que podemos, ya no es como antes, cuando se vendía bastante. Pero hay que aprovechar estas fechas y tratar de sacar algo en las ventas”, expresó Mariana Rea, quien junto a su hija ofrecía flores, agua y bebidas en los exteriores del cementerio Ángel María Canals, en el suroeste de la ciudad.
A pesar del clima de incertidumbre, muchas familias no dejaron pasar la ocasión para rendir homenaje a sus padres, aunque esta vez lo hayan hecho de manera más reservada y con medidas de precaución. En Guayaquil, el Día del Padre sigue siendo un motivo de celebración, pero la realidad del país obliga a hacerlo con más prudencia que entusiasmo.
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