
Fertilidad asistida: cómo la ciencia puede ayudarte a cumplir el sueño de ser madre
La infertilidad afecta a miles de parejas en el mundo, pero existen soluciones médicas accesibles si se actúa a tiempo.
A sus 36 años, Verónica Martínez recuerda con claridad el momento en que escuchó la palabra “infertilidad” como un diagnóstico definitivo. “Fue como si me apagaran una luz. Siempre pensé que tener hijos sería algo natural, que simplemente ocurriría cuando fuera el momento indicado. Pero no fue así”, cuenta. Durante dos años vivió entre intentos frustrados, exámenes médicos, tratamientos hormonales y el desgaste emocional que esto significaba para su relación de pareja y su autoestima.
La infertilidad afecta aproximadamente al 12 al 15% de las parejas en edad reproductiva en Ecuador, una cifra que coincide con la tendencia global. Así lo afirma el doctor Pablo Valencia, ginecólogo y especialista en reproducción asistida, quien dirige el Centro Ecuatoriano de Reproducción Humana (CERH), la clínica más grande del país en este campo.
“Durante mucho tiempo se culpó únicamente a la mujer, pero hoy sabemos que las causas están divididas: 30% por factores femeninos, 30% masculinos y un 30 a 40% por una combinación de ambos”, asegura el especialista.
Valencia recuerda que desde hace más de 40 años existen tratamientos médicos que permiten a muchas parejas cumplir el sueño de ser padres. Sin embargo, el acceso sigue siendo limitado, en parte porque la reproducción asistida no está priorizada dentro del sistema público de salud, donde el enfoque sigue puesto en problemas como la desnutrición infantil o el embarazo adolescente. “A nivel público, casi no hay acceso, y en el privado, muchas parejas desconocen que hay centros de alta especialidad que pueden ayudarlas”, lamenta.
Tratamientos, costos y nuevas alternativas
Los tratamientos de fertilidad disponibles en el país incluyen desde la inseminación intrauterina, una opción para casos leves con un costo aproximado de $950 por intento, hasta técnicas de alta complejidad como la fecundación in vitro, que puede llegar a costar alrededor de $7.500 por ciclo, incluyendo medicamentos.
“La edad es un factor determinante”, advierte Valencia. “Una mujer de 34 años tiene entre 50 y 60% de posibilidades de éxito con una fecundación in vitro. Pero si espera hasta los 40, las probabilidades se reducen al 30%”.
La calidad de los óvulos también disminuye a partir de los 32 años, por lo que campañas informativas buscan alertar sobre la posibilidad de congelarlos para preservarlos. “Estamos haciendo concientización en medios sobre la importancia de actuar a tiempo. Una mujer puede congelar sus óvulos si no desea embarazarse aún, y eso le da más oportunidades en el futuro”, explica.
Acceso, legislación y avances institucionales
Aunque en Ecuador todavía no se legisla completamente sobre temas como la reproducción en parejas homoparentales, el CERH atiende a mujeres solteras o parejas lesbianas a través del uso de bancos de semen. “Para hombres, el proceso es más complejo, porque se requiere un óvulo donado y un vientre subrogado, lo cual aún no está regulado”, aclara.
Como presidente actual de la Sociedad Ecuatoriana de Medicina Reproductiva, el doctor Valencia destaca que uno de sus principales objetivos es capacitar a los ginecólogos generales del país. “Queremos que sepan valorar adecuadamente a las parejas infértiles y sepan cuándo referir a un centro especializado. A veces se pierde tiempo valioso por falta de experiencia o conocimiento”, enfatiza.
Una red que crece entre Quito y Guayaquil
El CERH opera actualmente en dos ciudades: su sede principal en Quito y una nueva unidad de fecundación in vitro recientemente inaugurada en Guayaquil. “Queremos dar respuesta a las pacientes de la Costa con infraestructura moderna y equipos especializados”, sostiene el doctor. Para consultas, las personas pueden comunicarse al número 0980057555, desde cualquier parte del país.
A pesar de que la demanda de tratamientos no ha crecido significativamente en los últimos cinco años, según Valencia, las esperanzas se renuevan con la difusión de información, la mejora del acceso y el desarrollo de políticas públicas inclusivas que reconozcan a la infertilidad como una condición que merece atención prioritaria. “Mi mensaje es claro: no se den por vencidos. La ciencia puede ayudar, pero el tiempo también cuenta”, concluye.