Trabajo

Diana Atamaint
Tiene 47 años y es madre de Stefani y Mauricio, de 25 y 21 años.Gerardo Menoscal-Expreso

Diana Atamaint: “Las mujeres somos de espíritu guerrero”

La presidenta del CNE habla sobre su infancia de cómo se rebeló al sistema cambiando la visión de la mujer;de su fe y gustos personales. 

La mañana de ese sábado tenía olor a tierra mojada. Eran las 09:30 y durante el trayecto el taxista nos hacía interrogantes sobre el Consejo Nacional Electoral (CNE) esperando que las abordemos en la nota; pero lo político no tenía cabida en esta ocasión.

Al llegar al hotel, se bajaba de otro auto la presidenta del CNE, Diana Atamaint. En sandalias bajas y vestido corto se dirigía a la entrevista y producción de SEMANA.

“La naturaleza da mensajes”, decía refiriéndose al clima. “Cuando visito a mi comunidad, mi familia dice: ‘Ah, porque tú venías llovió’”. Guayaquil ese día amaneció y anocheció con lluvia.

La mujer de hoy

Los más cercanos la llaman Shiram (su primer nombre), que en español significa bonita. Los paisajes y ríos de Tuntaim deslumbran sus ojos cuando recuerda su infancia. Aquella es la comunidad Shuar donde nació, ubicada en Sucúa, provincia de Morona Santiago.

“Desde niña siempre veía a 400 o 500 hombres reunidos eligiendo autoridades, pero no veía mujeres”.

El momento de rebelarse llegó cuando tenía 17 años. “A esa edad debía estar casada y con hijos. Sin embargo, estaba soltera y eso era como estar en la percha”, recuerda entre risas. “Mi sueño era ir a la universidad, a pesar de que mi abuelo había anunciado que uno de sus nietos sería líder y era mejor enviar al varón (en la concepción Shuar los sueños son un anticipo a sucesos futuros)”. Pero contra todo presagio, obtuvo su título de ingeniera comercial. El matrimonio y los hijos vinieron luego. Asimismo, la conquistó la política hasta llegar a ser la primera indígena en ser diputada y actual presidenta del CNE.

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Foto de Sistema Grana (30953996)
La presidenta del CNE es muy espiritual y creyente de las energías.Gerardo Menoscal-Expreso

“Tengo más de 300 accesorios”

“Sí he sentido discriminación por ser indígena, en la etapa colegial”, admite. Atamaint estudió en Sucúa, en una institución de monjas. “Llegaba al punto de hacer ondas en mi cabello lacio para evitar las críticas de mis compañeras”, recuerda y agrega que es un error que no repetiría.

Sus atuendos, cabello lacio y la forma de pintarse el rostro son su orgullo. El cabello largo, más abajo de su cintura, significa feminidad, y peinarlo con la raya en medio es equilibrio. Lo tintura de manera natural con el líquido que produce la fruta Sua, y así lograr el negro azabache que lo caracteriza. “Lo he estado dejando crecer un poco más porque pronto pienso donarlo”.

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Para vestir conserva los colores típicos de su comunidad; el azul para el día a día y el rojo en actos festivos. “El rojo lo uso bastante como protección. Si no es un vestido, lo llevo en un pañuelo o una pulsera”, explicó.

¿Su debilidad? Los accesorios. “Tengo más de 300. Si entro a una feria artesanal, no salgo”, bromea. “En mi habitación tengo un stand que cubre casi toda una pared, hay collares, pulseras, aretes. Y los que ya he usado muchas veces, los desarmo, mezclo y creo uno nuevo. Todos simbolizan algo”, revela. Estos deben ir en el antebrazo, las muñecas, tobillos y caderas, sobre todo en los días festivos. Pero para la cotidianidad nunca falta el collar, que por su forma en descendente, hace referencia a las ‘cascadas’.

El tema de pintarse el rostro tiene mucha fuerza, por eso lo hace solo en rituales con mujeres indígenas . El más reciente fue durante la posesión simbólica a las vicealcaldesas de Morona Santiago.

Diana Atamaint
Los más cercanos la llaman Shiram (su primer nombre), que en español significa bonita.Gerardo Menoscal-Expreso

Su fe: entre Arútam y el catolicismo

“En mi comunidad al despertarnos no decimos buenos días, sino ¿Cómo amaneciste? ¿Qué soñaste? Cuando el sueño tiene muchos símbolos, se acude al más anciano de la familia para que ayude a interpretarlo y él nos aconseja”. Como anécdota cuenta que días antes de aprobarse las reformas al Código de la Democracia, ya sabía que todo iba a salir bien.

En su fe, Arútam, dios Shuar y el Dios de la Iglesia católica son para ella igual de importantes. “Mi madre fue secuestrada cuando tenía apenas 4 años (separándola de su familia) para ser educada en los internados de los salesianos; mi padre, en cambio, quedó huérfano a los 2 años y su abuelo lo llevó a estudiar también ahí, por eso ambos tienen educación católica. Cuando ellos se casan, logran encontrar a mi abuela materna y la llevan a vivir a nuestra casa. Gracias a ella es que aprendí costumbres Shuar”, contó.

De ahí que Atamaint es muy espiritual y creyente de las energías. “Me ha pasado que he tratado con gente cargada de vibra negativa y que al transmitírmela, me descompensa”. Entonces recurre al ritual de limpieza, práctica que alimenta su ser. “Trato siempre de sobreponerme a todo y hago el esfuerzo de sonreír porque incluso eso me llena”.

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Al preguntarle por las luchas que tiene por delante, dice firme “Todas las mujeres somos de espíritu guerrero”.

Personal

- Tiene 47 años.

- Es madre de Stefani y Mauricio, de 25 y 21 años.

- Es animalista. Tiene 2 perros rescatados.

- Aún con su talla de 1,64 fue basquetbolista y seleccionada por la provincia.

- Se gradúo de ingeniera comercial en la Universidad Estatal de Cuenca. Cursó el Programa de Gobernanza y Liderazgo Político de la Escuela de Gobierno del IDE Business School.

- Fue diputada del Congreso Nacional en el año 2007 y asambleísta nacional en el 2009-2013.

- Subsecretaria para la Amazonía del Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca.

“Desde niña siempre veía a 400 o 500 hombres reunidos eligiendo autoridades, pero no veía mujeres”.

Diana Atamaint, presidenta del  CNE