Se vuelve inviable el petroleo

La opinión generalizada sobre la reciente caída del precio del petróleo es que estamos ante una repetición del colapso de 1985-1986, cuando Arabia Saudita elevó su producción por una disputa con otros miembros de la OPEP. Se piensa que esta vez hace lo mismo por su pérdida de mercado frente a la producción de gas de esquisto en los EE. UU. Pero existe otro paralelo más relevante y con importantes consecuencias para el precio del crudo en el largo plazo: la caída similar en el precio del carbón, desde un breve pico de $140 por tonelada a cerca de los $40 actuales, causando que algunos yacimientos se volvieran “financieramente inviables” (el coste de explotarlos supera los ingresos potenciales). La caída estuvo determinada por políticas ambientales de largo plazo, como los programas que apuntan a mitigar el cambio climático, que han causado una menor demanda de carbón. La proporción del carbón en el mercado energético se ha reducido por las iniciativas de mejora de la calidad del aire en China, las normas de emisiones de carbono y mercurio en EE. UU., el abaratamiento del gas natural y las crecientes inversiones en energías renovables. Es posible que en el mercado del petróleo esté operando un mecanismo similar. Al aumentar la presión sobre los gobiernos para combatir el cambio climático, la demanda de combustibles fósiles podría disminuir y su precio podría seguir bajo por un período mayor al que se espera o quizás para siempre. Algunos críticos descartan la posibilidad de que los recursos puedan volverse inviables y plantean que la falta de iniciativas internacionales serias para reducir las emisiones, el carácter cíclico de los mercados del petróleo, la cortedad de los horizontes temporales de los inversionistas y el hecho de que la mayoría de los recursos petroleros sean propiedad estatal son factores que tendrán efectos sobre los precios del crudo. Pero son argumentos fácilmente refutables. Si bien es improbable que la comunidad internacional acuerde en un futuro próximo poner precio a las emisiones de carbono, ya existen políticas ambientales que han afectado negativamente la demanda de petróleo. De igual forma, aun cuando los precios del petróleo sean cíclicos, es probable que los cambios estructurales en los mercados energéticos limiten su aumento. Las tecnologías de transporte alternativas (coches eléctricos, baterías estáticas y soluciones híbridas) ya están amenazando con hacer que el petróleo sea menos necesario. Y si bien muchos inversionistas tienen horizontes de tiempo limitados, el desarrollo de los recursos en la industria petrolera se puede extender fácilmente a más de una década, por lo que el flujo entrante “seguro” de dinero originado por los recursos actuales puede acabar invirtiéndose en la próxima generación de recursos de alto costo, con un riesgo mucho mayor de volverse inviables. Finalmente, el que muchas instalaciones petroleras sean de propiedad estatal no protege a los inversionistas que han puesto sus fondos en activos que cotizan en bolsa. Los mercados de ‘commodities’ han demostrado lo vulnerables que son a las expectativas de que sus precios caigan. Considerando las presiones políticas para mitigar los efectos del cambio climático, los inversionistas sensatos deberían prestar mucha atención a las señales de políticas que puedan provocar una menor demanda y la posibilidad de que sus activos se vuelvan financieramente inviables.

Project Syndicate