En el país, la percepción positiva sobre el sistema financiero privado cayó del 74% al 43% en 3 años.

La venta de facturas, un tipo de financiamiento que se expande en la region

Este método, que permite a las compañías obtener anticipos financieros con la negociación de los créditos que poseen, se está volviendo una herramienta prometedora y la excepción no es para Ecuador.

Cobrar cuentas pendientes continúa siendo una de las tareas más tediosas en el mundo empresarial. Pero la necesidad y la urgencia por tener liquidez ha llevado cada vez a más empresas a recurrir a una práctica que en la región se vuelve expansiva: el factoring (la venta de facturas), se estima, está moviendo en Latinoamérica unos $ 30.000 millones, más del doble de lo que se reportaba hace dos años.

Este método, que permite a las compañías obtener anticipos financieros con la negociación de los créditos que poseen, se está volviendo una herramienta prometedora y la excepción no es para Ecuador.

En el país se calcula que las transacciones de estas facturas llegan a los $ 1.500 millones al año. Aunque se trate de una cantidad aún incipiente, sostiene Richard Hall, presidente de la Asociación de Empresas de Factoring (Asofactor), el uso de esta herramienta casi se ha triplicado.

Hall cuenta que la Asociación, creada en el 2012, reúne a 6 compañías del país que dan soporte financiero a miles de pequeñas y medianas empresas. Un segmento que, generalmente, no es atendido por los grandes bancos, y que el año pasado movió $ 250 millones, $ 130 millones más de lo que Asofactor hacía hace 4 años.

En el mercado local, explica, cada factura se llega a vender con un descuento que va entre el 0,1% al 5% promedio y, aunque en costo, al factoring aún le hace falta ser más eficiente que el servicio bancario, es atractivo por sus tiempos. “Mientras una entidad financiera normal demora hasta dos meses en dar un crédito, nosotros podemos volver líquida una factura en 48 horas”.

Para Hall, el factoring no tiene costo ante sus beneficios. “El cliente puede generar recursos y pagar a tiempo a sus empleados. Lo mismo si requiere quedar bien con clientes o debe pagar impuestos a tiempo. De no hacerlo, el costo sería mayor.”

Este tipo de alternativa de financiamiento, dice Wilson Araque, director del Observatorio de las Pymes de la Universidad Andina, suele activarse cuando toda economía es más dinámica y hay mayor demanda de crédito. Mucho más si las empresas se topan ante un mercado que les restringe el acceso al financiamiento.

Una encuesta de coyuntura del Observatorio, publicada hace dos meses, demuestra que en los últimos tres años el índice de percepción positiva que las pequeñas industrias tenían del sector privado cayó del 74 % al 43 %; en el sector público, del 53 % al 13 %. “Se encuentran con que la tramitología es engorrosa, con que los requisitos son muy difíciles de cumplir, que los plazos o las tasas no están adecuadas a su verdadera realidad productiva”.

A nivel regional, el factoring también toma fuerza en el campo del comercio exterior; es decir que, quienes compran factura o quienes las venden, están en países distintos. Un estudio realizado por ePayMe, una firma americana proveedora de servicios financieros, devela cómo este otro mercado también se ha ido desarrollando en la región. En los últimos 8 años, cita, creció de $ 80.000 a $ 280.000 millones. En el país, estos casos aún son esporádicos, dice Luis Montoya, director de Corpei Capital, que al año suma hasta $ cuatro millones en la compra de facturas.

“Y esto en realidad es algo que ayudaría a disminuir los riesgos de cobranza. Para el exportador ecuatoriano siempre es más difícil calificar un cliente en el extranjero, pero las compañías de factoring obviamente tendrían mucho más conocimientos sobre ellos y de esta manera se aseguran de que les paguen”.

Para Montoya, el reto aún está en generar un marco regulatorio en pro de la expansión de este servicio. En el país, la actividad está contemplada en el Código Financiero, pero “al factoring se lo sigue confundiendo con el comercio informal de dinero”. Hall concuerda y afirma estar trabajando desde la Asociación en generar una verdadera cultura de su uso, una mayor conciencia por parte de las empresas sobre las ventajas y oportunidades que deja esta herramienta.

Tendencia

La digitalización inyectará mayor dinamismo

Cómo controlar y cobrar facturas masivamente sin tener que recurrir a grandes trámites? Esa es la pregunta que hoy en día se están planteando las grandes empresas de factoring de Latinoamérica.

La respuesta, según Rui Matsuda, CEO de SRM Safi, está en el nivel de aprovechamiento del uso de nuevas tecnologías. Solo imaginen, dijo a EXPRESO, lo eficiente que sería para las empresas poder cambiar toda la burocracia de contratos y facturas en papel por simples clicks que den mayor y rápida liquidez en su sistema de flujo de caja.

Ese es el tema que Matsuda abordará en la reunión anual del Factoring Chain International (FCI), que se celebrará del 11 al 14 de junio, en Lima (Perú). El FCI es una red que integra a las empresas de factoring y bancos de 70 países que buscará exponer los avances del sector y cerrar acuerdos de cooperación entre sus miembros.

El experto menciona que en la región ya se ha empezado a trabajar en el desarrollo de soluciones tecnológicas. “Han surgido nuevos jugadores, se están produciendo plataformas. Estoy seguro de que este es el futuro: no hay cómo tomar decisiones rápidas y seguras sin plataformas web dirigidas a control y riesgo”.

Matsuda habla del potencial desarrollo de esta herramienta. De los 21 países de América Latina, cerca del 47 % utilizan el factoring. El mercado clave sigue siendo las pequeñas y medianas empresas.

El sistema, lo que se requiere

1. ¿Quiénes pueden aplicar?

Las pequeñas y medianas empresas que tienen una base de clientes, muchas de las cuales están en las áreas de venta al por mayor o de distribución. Lo más importante no es el tamaño de la empresa, sino el tipo de clientes que estas tengan. Mientras más grandes, mejor.

2. Los descuentos

Las facturas generalmente tienen un descuento que va del o,1% al 5% y que se fija dependiendo de su plazo de vencimiento. Pero aquí también prima la calificación que la empresa de factoring decida poner tanto a la pequeña empresa como al cliente que tenga haberes pendientes. Allí se toma en cuenta su trayectoria, su índice de morosidad, la capacidad de solvencia y pagos del deudor.

3. Factoring de exportación

El factoring de exportación es otra herramienta para financiar el circulante de las empresas que exportan sus productos a otros países y necesitan adelantar el cobro de sus ventas. Se puede definir como un contrato que para el exportador engloba la cobertura del riesgo comercial, la financiación de sus ventas y la gestión del cobro. Este servicio también está basado en una cesión de créditos comerciales que el exportador expone a sus clientes extranjeros a favor del banco o empresa financiera con el que negocia el servicio de factoring, y que por tanto pasa a ser el propietario de los efectos y de su correspondiente gestión y riesgos.