
El rescate de Santay se frena
Desde 2010, el gobierno de Rafael Correa ha invertido 140 millones de dólares en un proyecto ecológico que incluye no solo a Santay, sino también al parque Samanes y el estero Salado.
Martes 23 de marzo de 2010. Rafael Correa llega a la isla Santay, la declara parte del área nacional de recreación y la incluye en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas. El gesto del presidente marca un hito. Su proyecto es ambicioso. Con más de un millón y medio de dólares planifica construir una ecoaldea, un muelle, senderos de madera, un centro comunal, activar el servicio de energía eléctrica, llevar agua potable y tratar de una vez por todas las aguas residuales del lugar. Destina para los dos últimos planes $ 300 mil.
Correa cumple. En 2011 hace la entrega de 56 casas que albergan a 235 personas en Santay. Luego vendrían paneles solares, una casa comunal, un dispensario y, entre otras obras, dos puentes peatonales de concreto que conectan a la isla con Guayaquil y Durán.
La planta de tratamiento de agua potable era una de las promesas más esperadas por los comuneros. Se finiquitaron detalles de esta en 2013. Está ubicada cerca de la lagartera. Tiene una capacidad de producción de 50 m³ y podía obtener agua potable a partir del agua del río. Podía. En pasado, porque actualmente no está en funcionamiento. Ahora no es más que una mole de concreto cuya imponente estructura moderna contrasta con el rústico escenario natural de Santay.
La planta únicamente funcionó medio año. Así lo asegura Benito Parrales, uno de los comuneros más antiguos de la isla. Él nació y vive allí desde hace más de 70 años. Aunque no sabe qué pasó en realidad, contó a EXPRESO que “las autoridades dicen que unas membranas se dañaron”. Él cree que además de técnico, el problema está en el pozo. “No es muy profundo. Apenas tiene 15 metros. El agua salía hedionda y salada”.
De manera “informal”, la gerente actual del proyecto, Patricia Emén, explicó que esa planta fue contratada por Inmobiliar (antes Empresa Pública de Parques) y que esta entidad hizo la entrega de la obra “recién” el pasado 22 de abril al Ministerio de Ambiente, cartera a la que le compete Santay.
Los comuneros deben ir a Guayaquil a pedir agua, cargar en galones y regresar a la comuna en carretas. Un viaje en carretera puede tomarles hasta media hora.
El agua la regalan las camaroneras a la mayoría de comuneros, que la usan para cocinar y bañarse, porque para lavar la sacan del río, aunque solo durante el invierno, pues en verano llega salada. “Ahí nos toca cargar doble, porque no se puede lavar la ropa con agua salada”, se lamenta Jacinta Domínguez, que cada semana debe cargar 11 pomas para el consumo de su familia.
Benito recuerda que antes llegaba un tanquero para abastecer a toda la isla. Les cobraba 60 dólares a la semana. Ese rubro, dice Benito, subió a $ 400 recientemente, por lo que decidieron que cada cual lleve agua por su cuenta. Él, que solo vive con su esposa, utiliza 12 pomas cada 15 días.
La potabilizadora no es la única falla en Santay. Personal de la isla que pidió no ser identificado indicó que desde que el presidente visitó en mayo pasado la isla, y constató los daños en el sendero de madera que la rodea, cesaron los paseos en bicicleta. Además, los paneles solares de algunas casas ya están obsoletos.
Pero hay más. La isla también tiene averiada la planta de aguas residuales. Emén admitió al respecto que existe “un oficio en el cual se trata el tema con el Miduvi”.
Esta funcionaria, que conoce el estado de las estructuras, prefirió no profundizar en detalles hasta que la autoridad se pronuncie de forma oficial. Adelantó, sin embargo, que el subsecretario de Gestión Marino-Costera, Xavier Valverde, atenderá a EXPRESO esta semana para responder las preguntas que fueron enviadas el jueves pasado por escrito.