Reinventar la sociedad
El título parece tener mucho de absurdo y paradójico. Es como si se nos quisiera reinventar el lenguaje oral y escrito, la rueda y hasta el fuego. Pero es solo en apariencia que se presenta como ilógico, metafísico y antihistórico. Sin embargo, no lo es. Hoy es una tarea, objetivo y destino que tienen el deber de asumir los ciudadanos que quieren continuar siendo tales. Y no porque la polis vaya a desaparecer (hecho también posible si persistimos en el productivismo-consumismo contaminante y antiambientalista) sino porque solo puede haber ciudadanía si hay sociedad (urbana o rural) y la libertad como experiencia vital y accionar cotidiano.
Esto es válido para el mundo posmoderno, globalizado y tejido en redes, donde lo real y virtual se funden y confunden; también -y mucho más- para Latinoamérica y el Ecuador diverso (el de los cuatro mundos: litoral, andino, amazónico e insular).
Luego de dos décadas (1982-2000) del frenético mercadorismo neoliberal y la “década extraviada” (2007-2017) de estatismo aberrante y esquizofrénico, es necesario e imprescindible recuperar, reposicionar y revalorizar el soporte y la base desde donde las diversas generaciones recrean y tejen lo humano y mundano, que se crea desde y por la libertad.
Esta es una tarea y accionar impostergable, porque los dogmáticos del mercado y los yihadistas del Estado han llevado al Ecuador y su ciudadanía al extravío de la matriz que creó el mercado y parió el Estado: la sociedad y la libertad. Por esto recuperarlas y reposicionarlas es trabajo de todos. No hacerlo significa que seguimos como humanos y ciudadanos niños a la intemperie, sometidos al fuego lento o acelerado de quienes creen que únicamente desde el culto al mercado y al Estado es posible hacer sociedad y recrear la libertad.
Ya es hora de decir ¡basta! A quienes creen que es posible un buen vivir con una corrupción galopante y revolucionaria, donde hay un Estado sin sociedad, o a quienes piensan que el mercado es el único dios del individuo. Por esto hay que atreverse a ser ciudadano libre, que reinventa la sociedad contra sus destructores: mercadoristas y estatistas.
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