Partidos politicos y caudillismo

Múltiples actores sociales, analistas, así como ciudadanos comunes y corrientes están de acuerdo en aceptar el principio básico que señala y afirma que: “no hay ni puede haber democracia efectiva ni vida política real, orgánica y permanente sin partidos políticos”.

Este señalamiento que algunas veces es considerado un axioma para la institucionalización y fortalecimiento de la democracia, sin embargo no siempre logra consolidarse. Incluso sucede esto cuando existen bien marcados principios ideológicos y aspectos doctrinarios que los fundamentan.

Tal situación constantemente se evidencia y explica en los diferentes países latinoamericanos. Más aún hoy, cuando las corrientes ideológicas-políticas parecen debilitarse,; entonces este problema aparece nuevamente en el escenario del debate. Además, se constata que existe una línea de relación y hasta de vínculo directo entre sus crisis, precariedad e incluso una debilidad por la fuerte presencia e incidencia de caudillos y caudillismos al interior de ellos.

Puede no ser una regla general, pero sí es evidente que donde hay caudillismos las estructuras orgánicas partidistas no logran desarrollarse a plenitud. Esto parece ser cierto porque mientras los partidos políticos son colectivos estructurados y regidos por principios doctrinarios y filosóficos, los caudillismos van en otra dirección.

Actualmente esto se da tanto en las corrientes conservadoras, como en las liberales, socialistas o comunistas. De modo que pruebas históricas hay suficientes.

En nuestro país también hay muchos ejemplos de esto. Están el floreanismo, garcianismo, alfarismo, velasquismo, guevarismo, bucaranismo, arnismo, poncismo, correísmo, etc.

Esto parecería indicar que la tarea que deben realizar las distintas organizaciones políticas, de diverso signo, es evitar que caudillos y caudillismos crezcan y se expandan. Hay que hacerlo constantemente, pues ese accionar debilita, obstruye y hasta destruye las estructuras orgánicas partidistas tan necesarias para el funcionamiento adecuado y sensato de la política en la vida democrática del país.

En este ámbito, lo primero es comprender que los partidos son colectivos orgánicos que tienen fundamentos ideológicos-doctrinarios y no clubes electorales en los que un solo hombre se convierte en única figura, principio, fin y doctrina.