¿Qué hacemos con nuestros ídolos? En una sociedad cambiante, donde el machismo, el racismo, la homofobia y la xenofobia son duramente cuestionadas, la pregunta ha tomado fuerza entre los fanáticos de las artes. Y es que ¿se puede valorar de la misma manera la obra de un escritor pedófilo o de un pintor antisemita?

Para lidiar con ello, las industrias han tomado medidas (justificadas y criticadas en partes iguales). HBO, por ejemplo, puso una advertencia al inicio del filme ‘Lo que el viento se llevó’. El museo de Roald Dahl ha aceptado e incluso exhibido el antisemitismo del autor británico. Para otros en cambio, es mejor separar la obra de su creador.

El debate ha vuelto a la palestra pública con el aniversario de los cincuenta años del fallecimiento del afamado poeta chileno y ganador del Nobel de Literatura, Pablo Neruda.

Al fallecer en 1973, dejó más de una veintena de poemarios publicados y un largo legado en la lucha a favor de la izquierda. Sin embargo, desde los años ochenta empezaron a aparecer críticas y cuestionamientos. Los más polémicos relacionados al abandono de su primera esposa y su hija con discapacidad en medio de la Segunda Guerra Mundial y, más grave, su propio testimonio sobre una violación perpetrada en contra de una mujer mientras laboraba como cónsul en Sri Lanka.

“Lo confieso: no puedo leer el libro de memorias de Neruda sin sentirme mal, fatal. Qué cúmulo de contradicciones. Qué esfuerzos para ocultar y embellecer aquello que tiene el rostro desfigurado. Qué falta de generosidad y qué poco sentido del humor”, escribió el novelista Roberto Bolaño.

En los años noventa, el filósofo Slavoj Žižek se refirió a la afamada biografía póstuma del poeta, ‘Confieso que he vivido’, indicando que esta mostraba “la falta de una elemental decencia y vergüenza por parte del narrador”.

Pero estas críticas no cobraron una relevancia viral hasta el surgimiento del #MeToo y la marea verde en América Latina, que llevaron a la revisión crítica de las obras y el pasado de artistas, escritores, músicos y académicos “sagrados” de la región.

En Chile, las marchas feministas increpaban directamente al poeta, con letreros que decían “Neruda, cállate tú”, en respuesta al Poema XV de ‘Veinte poemas de amor y una canción desesperada’.

“Hoy no podemos dejarlo pasar sin por lo menos dialogar y tratar de analizar el tema, ponerlo en cuestión, verlo con perspectiva crítica”, ha explicado la también poeta chilena Claudia Apablaza.

Este análisis también llevó a que no se reemplazara el nombre del aeropuerto de Chile con el nombre de Neruda en 2018 y que, producto de la pandemia y la reducción de visitantes, la fundación Pablo Neruda pidiera asistencia financiera al Gobierno chileno para mantener abiertas las casas museo del autor.

Y si bien su aniversario ha removido nuevamente los cuestionamientos, entre ellos el pedido de colectivos feministas de que su obra sea eliminada de la lista de lectura obligatoria en los colegios, el debate también es necesario para repensar nuestra propia postura en estos casos, cada vez más frecuentes.

Para el catedrático Roberto Castillo, la crítica es vital. “Hay que seguir leyendo y estudiando a Neruda, porque su obra es grande, variada e influyente; es uno de los ‘ríos arteriales’ de la literatura latinoamericana, pero eso no quiere decir que tengamos que mantenerlo en el pedestal que él construyó cuidadosamente a lo largo de toda su vida”.

Leerlo o no ya está en manos de cada lector.

BIOGRAFÍA DEL AUTOR. Nació en 1904 y murió en 1973. Fue senador de la república chilena, miembro del Partido Comunista y precandidato a la presidencia. Obtuvo el premio Nobel de Literatura. Entre sus obras están ‘Veinte poemas de amor y una canción desesperada’, ‘Fin del mundo’ y ‘Aún’

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