México. Muchos de los damnificados del terremoto de septiembre viven en albergues o en tiendas de campaña.

Nochebuena en albergues en Mexico y Puerto Rico

Puerto Rico celebra una de las Navidades más amargas de las últimas décadas por el huracán María, causa de que tres meses después buena parte de la isla permanezca a oscuras, dificultades a las que la población trata de sobreponerse.

Puerto Rico celebra una de las Navidades más amargas de las últimas décadas por el huracán María, causa de que tres meses después buena parte de la isla permanezca a oscuras, dificultades a las que la población trata de sobreponerse.

La tradicional explosión de alegría que se vive en esta isla caribeña en las Navidades este año no podrá ser igual porque todavía los efectos del devastador huracán se ven reflejados en algo tan cotidiano como es contar con luz o un trabajo con el que pagar los gastos extras de estas fechas, ambas cosas convertidas estos días en lujo.

La información que hoy ofrece el Gobierno señala que la generación de la estatal Autoridad de la Energía Eléctrica (AEE) alcanza el 62,2 %, muy lejos del objetivo que había marcado el gobernador Ricardo Rosselló, quien pidió un esfuerzo para que a mediados de diciembre fuera del 95 %.

La AEE trató el sábado de enviar un mensaje navideño de esperanza al divulgar que, por vez primera tras más de tres meses, la electricidad iba a llegar a varios municipios del interior y la costa este y sur.

La electricidad llegaría, sí, pero a los cascos urbanos de algunos de esos municipios, espacio reservado en Puerto Rico mayoritariamente al comercio y servicios administrativos, pero donde muy poca población reside.

Los puertorriqueños de áreas montañosas y alejadas de la capital, San Juan, tendrán que conformarse hoy con adaptarse a las horas de luz o, los más privilegiados, prender las populares plantas, unos generadores alimentados por diésel cuyo ruido característico se ha hecho habitual en los últimos meses.

La crisis, la deuda y la “puntilla” del huracán María han provocado un auténtico éxodo de puertorriqueños hacia Estados Unidos en busca de servicios mínimos y trabajo para vivir.

Luis Boronat, un vecino del distrito de Hato Rey, pone cara a este drama. Las cosas “se han puesto muy feas”, más todavía que antes del huracán, por lo que en semanas hará las maletas rumbo a Filadelfia, EE. UU.

Tras las fiestas llegará 2018, un año que los puertorriqueños esperan no se parezca en nada al que ahora se despide.

En cambio, en México, la tragedia del terremoto del 19 de septiembre se ceba con los más pobres, personas que no tienen a dónde ir por falta de recursos y que hoy pasarán la Navidad en tiendas de campaña.

En San Luis Potosí 100, en la moderna colonia (barrio) Roma, una lona gigante cubre la fachada de un edificio bajo. En apariencia, podría ser uno de tantos inmuebles en remodelación en esta zona copada de bares y en pleno proceso de gentrificación.

La realidad es mucho más amarga para las 26 familias, 80 personas, que vivían en esta vecindad de departamentos pequeños. Una veintena siguen pernoctando en tiendas de campaña, en condiciones insalubres, frente al edificio. Rodolfo Castellanos tiene 86 años y lleva más de 90 días en una simple cama, que cubre con una lona en medio de la calle.

Un drama parecido viven al menos 55 damnificados del terremoto que dejó 369 víctimas mortales. Ellos pasarán esta Navidad en albergues, pues aún no cuentan con un techo propio.

Al momento, cuatro albergues alojan a quienes se quedaron sin casa después del movimiento telúrico.