Necesidad de un islam politico

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha puesto en segundo plano una orden ejecutiva que designaría a los Hermanos Musulmanes como un grupo terrorista. Debería dejarla allí, relegada, de manera permanente. Los gobiernos inclusivos, que son vistos como representantes de las sociedades musulmanas abrumadoramente devotas del mundo árabe, son un antídoto vital para el yihadismo global. Sin duda, los Hermanos Musulmanes no siempre han incorporado plenamente los valores democráticos. Pero cuando se ha brindado espacio a los partidos islamistas para que desplieguen actividades políticas, ellos han demostrado tener capacidad para sacar provecho de dicho espacio, defendiendo a menudo la participación política como una alternativa superior a la violencia. Y de hecho, los partidos islamistas, incluyendo los Hermanos Musulmanes, participan en actividades políticas legítimas en varios países, que a menudo los han llevado a moderar sus puntos de vista. La política, a diferencia de la religión, es un ámbito donde no existen verdades eternas, sino donde prevalecen los cálculos racionales. Para gobernar eficazmente, uno debe construir alianzas y coaliciones, incluso con partidos laicos y liberales. Teniendo en cuenta esto, contraer acuerdos políticos, naturalmente, tiende a jalar a los partidos hacia la moderación, un fenómeno que hemos visto una y otra vez en el mundo árabe. De la misma forma como la participación política puede fomentar la moderación, la exclusión política puede reforzar el radicalismo. Consideremos el caso de Hamás, que no es un movimiento global yihadista, sino que es una organización nacionalista islámica, cuyo gobierno de puño de hierro en Gaza no tolera ningún disenso. Se podría argumentar que la negativa de la comunidad internacional a reconocer la victoria de Hamás cuando llegó al poder en un proceso electoral celebrado el año 2006 obstaculizó la posible moderación del movimiento. Al fin y al cabo, a diferencia de grupos yihadistas globales como el Estado Islámico y Al Qaeda, Hamás a menudo ha coqueteado, aunque de manera oblicua, con un enfoque más conciliador con respecto a Israel. Incluso sin haber logrado reconocimiento político, Hamás, al parecer, habría decidido publicar una nueva Constitución sin incluir el antisemitismo desenfrenado que se encuentra en la actual. También hay razones para creer que Hamás aceptaría una solución de dos Estados y declararía su independencia de los Hermanos Musulmanes, con el fin de facilitar su reconciliación con Egipto y otros Estados árabes líderes. Si Hamás realmente demuestra su desplazamiento hacia un mayor pragmatismo político, debe ser alentado. En particular, Israel debe tratar a Gaza como si fuera un Estado independiente y debe promover su estabilidad. Esto significa poner fin al bloqueo de Israel -que únicamente ha servido para alimentar más extremismo y más guerra- y otorgar a los habitantes de Gaza control sobre su propio puerto marítimo para viajes y comercio internacional. Crear espacio para expresiones benignas del islam en la esfera pública es esencial para derrotar al yihadismo global. Solo cuando la guerra contra el yihadismo se traslade del campo de batalla a la arena política podrán las sociedades árabes avanzar hacia un futuro más seguro y más próspero.

Project Syndicate