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La madre de todas las glosas

Fue el mayor derroche de la historia. Jorge Glas y el combo de Petroecuador se han endeudado por 1.233’046.517 dólares

Refinería
Símbolo. La famosa imagen del terreno aplanado y hoy inservible que le costó 1.200 millones de dólares al país es el resumen de una época.Archivo

Análisis

Una de las peores acusaciones que pesan sobre el excontralor Pablo Celi, censurado en juicio político por la Asamblea, es el escándalo de las glosas desvanecidas. Sin embargo, hay legisladores para quienes el problema mayor son precisamente las que dejó sin desvanecer. Parece que en esas estuvieron pensando los correístas cuando su compañero de bancada, el interpelante Juan Cristóbal Lloret, pretendió deslizar en el juicio político una acusación con piola: arrogación de funciones. El objetivo, tal como reconoció abiertamente en su alegato escrito, era anular y desconocer todo lo actuado por la Contraloría en los últimos cuatro años. Por ejemplo, aquellas dos glosas (una por 19 y otra por 15 millones de dólares) que Pabel Muñoz comparte con María Duarte, Freddy Ehlers y los herederos de un antiguo gerente de Tame por ciertos manejos alegres que terminaron por quebrar la compañía aérea. Pero esas dos glosas, por grandes que parezcan, no son ni de lejos las peores.

La peor acaba de ser confirmada por el contralor subrogante Carlos Riofrío tras permanecer cinco meses en estado de “predeterminación”. Se trata de la glosa con responsabilidad civil culposa por las “obras tempranas” ejecutadas en la Refinería del Pacífico. Los interesados fueron puestos al corriente el pasado 8 de marzo. Ese día, Pablo Celi les concedió dos meses para que respondieran y entregaran sus pruebas de descargo. No lo hicieron ni presentaron recurso de revisión alguno. Era una glosa difícil de desvanecer: salía carísima. Probablemente sea la más grande de la historia: 1.223 millones 46 mil 517 dólares con 51 centavos. En escala correísta, una fruslería.

Los glosados son los que era de esperarse: Jorge Glas como vicepresidente a cargo de los sectores estratégicos; Pedro Merizalde Carlos Pareja Yannuzzelli, sucesivos presidentes de la Refinería del Pacífico; Marco Calvopiña y Álex Bravo, miembros del directorio; Bismark Andrade, gerente general… Responde solidariamente en su condición de accionista, la compañía PDVSA. En fin, el combo de toda la vida. El examen especial de Contraloría sobre las “obras tempranas” (“terrenos, vías de acceso, campamento habitacional, preparación del sitio para la implantación del proyecto, acueducto”…), confirma lo que todo el mundo sabía y los correístas se empeñaban en negar contra toda evidencia: que las obras en El Aromo, donde el expresidente prófugo y su candidato a la Presidencia continuaban viendo una refinería hasta 15 días antes de las elecciones, fueron el mayor derroche de fondos públicos del que se tenga memoria en el país.

Las piruetas conceptuales de un Pabel Muñoz resultaban inverosímiles aun antes de conocerse la glosa: imagínense a un padre de familia -decía él, puerilmente didáctico- que quiere construir la casa para sus hijos y solo consigue la plata para los cimientos. ¿Va a dejar de hacer esos cimientos hasta conseguir lo que le falta o va a empezar la obra con la idea de financiar el resto más adelante? Así se presentaban: como padres previsores. Pues bien: era mentira. Precisamente lo que el examen especial vino a descubrir (y en esto reside su novedad) es que papacito tampoco tenía la plata para los cimientos porque nunca los supo financiar: se gastó las pensiones de los guaguas. Peor aún: construyó los cimientos antes de trazar los planos, de modo que no sabía si la casa iba a tener un piso o dos el muy babieca. Claro que Pabel Muñoz se va a inventar maravillas para justificar el derroche porque él, si bien no está incluido en esta glosa, era representante de la Secretaría de Planificación en el directorio de Refinería del Pacífico, así que su firma aparece por todos lados en esta continua fuga de millones por la cañería.

El documento de Contraloría dice que la preparación del terreno y otras “obras tempranas” se ejecutaron cuando aún no había concluido el estudio de ingeniería básica ni se había siquiera contratado la ingeniería de detalle, que de hecho quedó pendiente. Eso es poner, literalmente, los cimientos de la casa antes de tener los planos. En cuanto al financiamiento, el informe deja claro que el encargado de conseguirlo era Glas y no lo hizo: gastó plata que no había. “El vicepresidente de la República con los ministros coordinador de Sectores Estratégicos, de Recursos Naturales No Renovables y el gerente general de la Refinería del Pacífico -dice Contraloría- no consiguieron el socio estratégico ni el financiamiento para la construcción del complejo refinador”.

¿Cómo? ¿No los consiguieron? ¡Pero si Glas no hablaba de otra cosa que de sus socios chinos! La China National Petroleum Corporation (CNPC) y el Industrial and Commercial Bank of China (ICBC) se iban a encargar de todo, ¿no era así? Pues no. Lo único que esos supuestos socios firmaron, el 24 de febrero de 2012, fue una “carta de intención” que les comprometía a “negociar su participación como inversionistas de capital”. Pero esas negociaciones fracasaron. La petrolera y el banco chinos exigían disponibilidad de petróleo como respaldo. Y no había: ya estaba comprometido con otros chinos. Las conversaciones concluyeron (mal) casi cuatro años después, en diciembre de 2015, cuando el ICBC se negó definitivamente a ser socio de la refinería. “Para el ICBC no es posible invertir, sino financiar”, informaba telegráficamente el embajador del Ecuador en China, José María Borja, en un memo titulado ‘Préstamo del ICBC’. Para entonces, Glas y sus amigos ya se habían gastado 1.200 millones que no tenían.

Mientras las negociaciones con el presunto socio iban de mal en peor, el directorio de la refinería iba actualizando sus expectativas cómicamente. Su plan original contemplaba “Iniciar operaciones en 2016 con efectividad”. El de 2013 corregía: “Iniciar las operaciones de la refinería en el año 2017 con procesos efectivos”. El de 2014 ya omitía la fecha: “Iniciar las operaciones con procesos efectivos”. Los planes estratégicos aprobados del 2015 en adelante omitían directamente la parte de “iniciar operaciones”.

¿Y las glosas no desvanecidas?

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Sin embargo, Glas estuvo apuradísimo por empezar a gastar aún antes de firmar la carta de intención, como lo demuestra la desopilante acta del directorio de la Refinería del Pacífico del 12 de enero de 2012. Ese día discutían el presupuesto y Wilson Pástor, entonces presidente del directorio, explicaba que el gasto más fuerte del año sería la preparación del sitio. “Una vez que culmine la ingeniería básica -dijo- se puede contratar el movimiento de tierras”. Pero Glas no estaba dispuesto a esperar tanto. Quería firmar ese contrato ya. “Bajo la modalidad fast track”, dijo, como si un anglicismo lo justificara todo, porque “el movimiento de tierras es parte de la ruta crítica”. Cualquier cosa. Pástor no comió cuento. Respondió con lo obvio: “Hasta no conseguir financiamiento no se deberían realizar inversiones”. Cómo cambió de opinión tan rápido es un misterio, lo cierto es que el 24 julio el financiamiento seguía sin conseguirse y la ingeniería básica no había avanzado más allá del diez por ciento, pero la firma de Pástor aparecía, con las de todos los demás menos Pabel Muñoz que faltó convenientemente a esa sesión, al pie de la autorización para “los trabajos de preparación del área de implantación del proyecto”: un contrato de 230 millones con Odebrecht.

Empresa corrupta y corruptora”, dice el legislador correísta Juan Cristóbal Lloret, que en esos tiempos era ciego. “Empresa corrupta y corruptora”, repite siete veces. Y pide castigo para la constructora brasileña mientras trata de tirar esta, la madre de todas las glosas, al tarro de basura.

1.200 millones. Los socios chinos de los que se jactaba Jorge Glas no eran tales. Las millonarias obras de preparación del terreno para la refinería se emprendieron sin estar financiadas.

Confirmación

El contralor Carlos Riofrío acaba de poner en firme la glosa, que permaneció cinco meses en estado de predeterminación. Los glosados no presentaron pruebas de descargo.

Símbolo. La famosa imagen del terreno aplanado y hoy inservible que le costó 1.200 millones de dólares al país es el resumen de una época.

Glosa sin desvanecer

Información remitida a la Comisión de Fiscalización: también Rafael Correa tiene su glosa. Una por 9,67 millones establecida el 19 de marzo de 2019 como resultado del examen especial al uso de aviones y vuelos presidenciales entre el 1 de enero de 2012 y el 24 de mayor de 2017. En esa glosa el expresidente comparte responsabilidades con otras 10 personas, incluida la asambleísta que tanto lo quiere: Luisa González.