10:00. Sábado 21 será la consagración de los once sacerdotes en la catedral de Guayaquil

“La fe es una batalla diaria”

Tenía una carrera universitaria en proceso, un trabajo, amigos con los que salía al cine o a reuniones. Sin embargo, un día, Leonardo Morales decidió dejarlo todo por el sacerdocio.

Tenía una carrera universitaria en proceso, un trabajo, amigos con los que salía al cine o a reuniones. Sin embargo, un día, Leonardo Morales decidió dejarlo todo por el sacerdocio.

Hoy, el joven de 28 años se alista para su consagración, en la que, tras años de estudio, él y otros once jóvenes se convertirán en clérigos oficiales del Puerto Principal.

“Mi familia siempre fue muy apegada a la iglesia. Había tenido experiencia en misiones, fui catequista, pero no me planteé ser sacerdote hasta que escuché una homilía de monseñor Antonio Arregui, y ahí hallé la respuesta”, recordó.

Sin embargo, acepta que el camino fue difícil y uno que a sus padres y amigos les costó aceptar. “Mi papá esperaba otras cosas de mí, le tomó algún tiempo aceptar lo que quería hacer, pero yo sabía que este era el llamado para mí”.

Ahora, a una semana de cumplir con el camino elegido, dice sentirse nervioso. Teme no ser capaz de responder ante las necesidades de los feligreses que lleguen a él por consejos y guía. “Mi mayor miedo es no cumplir con lo que Dios espera de mí”, asevera.

Con él concuerda Donny de León, de 25 años.

Para él, el camino de la fe empezó de niño, junto a las actividades pastorales.

“De pequeño quería ser sacerdote, pero fue un sueño que dejé de lado en la adolescencia por otro; me iba a convertir en médico”, narró.

No obstante, a los 17 años, escuchó un sermón del sacerdote de su iglesia en el que este decía que las personas no solo necesitaban el bienestar físico y económico, sino que también necesitaban a Dios y pocos lo sabían. “Ahí me di cuenta que ese era mi llamado”, dijo.

Ahora, a poco de culminar la larga preparación para ser clérigo, este considera que una de sus principales misiones es llevar la verdadera palabra del Señor a otros jóvenes.

“Creo que uno de los problemas más comunes que afectan a los adolescentes y a la gente de mi edad es que nunca han vivido la verdadera fe. El catolicismo se ha tomado como un elemento cultural, no como un elemento de vida y no saben cómo entregarse a Dios”.

Para ambos, su juventud no es un impedimento, sino un arma en la búsqueda de la conversión. Esto afirman, porque su edad les permite conocer las herramientas de sus contemporáneos y aplicarlas. “Una de las cosas que nos pidió monseñor Cabrera”, contó Morales, “es que hagamos apostolado a través de las redes sociales”.