“Nada que se consiga sin esfuerzo es verdaderamente valioso”

Confieso que me gusta este duodécimo y último período del año en el calendario gregoriano, diciembre, por aquello de los buenos propósitos a final de mes. En un mundo de sentimientos contradictorios, donde nos educan para el triunfo en lugar de prepararnos para el valor, hace falta sin duda proyectarnos una buena ración de utopía, o de valía armónica; y, así, poder enseñar los dientes ante la falsedad vertida por los caminos de la vida. Los tiempos actuales, tan diversos y distintos según territorios, andan atormentados por la sinrazón de un mundo terrorífico. Deberíamos parar este absurdo ánimo de venganzas y violencias, con otras poéticas más de abrazo, más del aliento, más de la claridad que de las oscuridades. No podemos fragmentarnos. Nos necesitamos como piña planetaria. Nuestra propia vida es una vida en los demás y por lo demás, lo que requiere diversas sintonías, variados abecedarios, pero un distintivo lenguaje, el de una corpulencia coordinada bajo un mismo pulso, que no es otro que la poética del acoger y perdonar. Por ello, sería bueno que los nuevos proyectos educativos, hablasen de menos triunfos pasajeros y de más fortaleza para reencontrarse con tanto corazón herido, con tantas existencias rotas. Deberíamos no pecar de ignorancia y saber, que nada que se consiga sin esfuerzo es verdaderamente valioso, pues, hasta para conocer la dicha hay que tener el valor de resistir y tragar.

Víctor Corcoba Herrero

España