Hastiados de la mediocridad

Los ecuatorianos estamos hastiados de presenciar la mediocridad a diferentes niveles en el ambiente político. Esto debería hacer recapacitar a las autoridades de educación y especialmente a las universitarias. No es posible que personas con títulos universitarios carezcan de conocimientos generales mínimos; nadie pide eruditos en todos los niveles ni en todos los temas, pero sí al menos conocimientos sobre nuestra historia, requisito indispensable. No es aceptable que una autoridad política recién posesionada haya llegado al colmo de no saber el apellido de la “Libertadora del Libertador” y con desfachatez escandalosa le endose un apellido surgido de sus fanatismos inconfesables. O que exhiban, sin pudor alguno, falta de razonamiento total cuando hablan de que “no se explican por qué volvieron a bloquear una cuenta de redes sociales al expresidente Correa”; hubo advertencias cuando la cerraron la primera vez. Escuchamos también alegatos negando participaciones en recepción de dineros para campaña, aduciendo que la persona mencionada “murió hace diecisiete años”, sin notar que el hijo del fallecido, empresario actual, tiene el mismo nombre. Otra perla: una autoridad provincial habla de manera irreflexiva sobre el “robo o borrado de seguidores de una de sus cuentas”. ¿? Estas manifestaciones giran alrededor de un mismo grupo político, indicativo claro del nivel cultural de quienes lo conforman. Para evitar que la mediocridad se instale en nuestro país hay que cambiar el sistema electoral, exigir requisitos mínimos de conocimientos a los candidatos a cualquier dignidad, evitar que personas sin ninguna educación se encarguen de generar o aprobar leyes, que tengamos ministros itinerantes entre diferentes ministerios como “sabelotodos”. Internacionalmente, el más grave ejemplo: un expresidente que nombró sucesor a un conductor de buses, sin ninguna preparación para el cargo, y vean el resultado desastroso de Venezuela. Y no mencionemos que un “instituto” formada por un expresidente y varios de sus ministros “economistas”, brindó “asesoramiento” a Venezuela en lo económico; el resultado fue una crisis mucho peor que la que ya tenían. Queremos en nuestra política ejemplos de profesionalismo y cultura, para que se transformen en referentes y podamos cambiar hacia el progreso y la prosperidad. La mediocridad hunde, nunca salva.

Ing. José M. Jalil Haas