Francisco, multifacetico

Antes de llegar a la capital azteca en su visita a México, el papa Francisco se detuvo en La Habana para hacer realidad una cita con el patriarca Kirill (Cirilo), jefe de la Iglesia ortodoxa rusa, que se encontraba en Cuba, siendo la primera vez que los líderes de las dos principales ramas del cristianismo se reúnen desde que ambas se separaran en el año 1054. “Esto es un viaje colmado por compromisos, que ha sido deseado por mi hermano Kirill, por mí y por los mexicanos”, dijo el papa a los periodistas.

En el primer día de su agenda en México, Francisco urgió a los obispos de ese país a que solventen sus diferencias pero mantengan la unidad. “Si tienen que pelearse, peléense. Si tienen que decirse cosas, se las dicen, pero como hombres, en la cara”, les dijo con su habitual franqueza. En el encuentro hizo un llamado para enfrentar con más coraje las amenazas del narcotráfico y ser más transparentes. Advirtió especialmente al obispado no dejarse caer en la conformidad y el goce de privilegios que abren el camino a la corrupción y la injusticia.

Después el pontífice, siendo como es, un mariano ferviente, fue a encontrarse con la venerada patrona de México y de las Américas, la Virgen de Guadalupe, que según la tradición católica se le apareció al indígena Juan Diego en el cerro del Tepeyac, en diciembre de 1531. Acotando que ella “aún ahora se muestra a todos, sobre todo a quienes sienten, como aquel, que no valían nada”, Francisco pasó varios minutos sentado en una silla frente a la Guadalupana. “Solo mirando a la Morenita, México se comprende por completo”, había dicho al llegar al santuario.

Las palabras de Francisco, su actitud, su frontalidad y sencillez, han plasmado la imagen carismática de un extraordinario líder de la cristiandad, poseído de una fe profunda en la dignidad y fuerza espiritual del hombre para luchar contra la monstruosa desigualdad, inequidad y pobreza que campean en el mundo contemporáneo.

Un papa latinoamericano, real, distinto, incansable, mediático, sabio, que nunca dejará de ejercer el sacerdocio de la Iglesia de los pobres.

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