Por favor, Dr. Trujillo

“Se acabaron los concursos mañosos en los que no confía nadie”, dijo el Dr. Trujillo. ¡Bien! Cuenta con respaldo unánime para eliminar los concursos truchos. La frase podría quedarse ahí o convertirse en algo realmente histórico. Me explico: la más grave distorsión del sistema político ecuatoriano es haber cambiado la forma de designar las autoridades de gobierno. La idea nació del erróneo diagnóstico de que “hay que despolitizar el nombramiento de los órganos de control”, uno de los más repetidos en nuestra historia por los “entendidos” en la materia. No había que “despolitizar” nada amable lector. La designación de autoridades es un acto político. (Político quiere decir “de gobierno”). Y un concurso con carpetitas y puntitos es un procedimiento administrativo, no un acto político, así se paren de cabeza los Stephen Hawkings que inventaron tamaña estupidez. No es la asociación de gabinetes de belleza quien designa autoridades, sino quienes recibieron el voto de la población: es decir, el presidente y los diputados. Para eso votamos por ellos. Al quitarles esa potestad cometimos dos crímenes: destrozamos la noción de democracia representativa, pues destruimos el mandato de representarnos en la designación de autoridades, y desbalanceamos el equilibrio de poderes, pues los representantes populares -presidente y Congreso- ven usurpada su potestad de designación por unos señores por los que nadie votó. ¿Quieren una pequeña pista de que digo la verdad? Desde 1787 se designa como he dicho a las autoridades en los EE. UU. Y la Constitución de este país se resume en una sola palabra: eficacia. ¿Por qué? Porque jamás ha cambiado su texto original y la democracia ha funcionado muy bien allá. Por eso ningún otro presidencialismo tiene estos “consejitos de participación” en los que solo participan ellos. Únicamente nosotros, perpetuos descubridores del agua tibia. El Cpccs tiene la potestad de proponer normas. Háganlo Dr. Trujillo, por favor. Hay que recuperar el sistema universal. No puede ser que todo el planeta esté equivocado y solo nosotros -los “genios”- tengamos razón.