Institución. A las 18:20 los estudiantes del horario vespertino del colegio República de Venezuela concluyen su jornada y dan paso a los estudios del horario nocturno.

Estudiar de noche, el horario de la segunda oportunidad

Pese al esfuerzo y los riesgos de la noche, miles de adultos aprovechan esta jornada para tratar de concluir el bachillerato, algo que no lograron en su momento.

A las 18:20 suena el timbre. El agudo sonido es tan intenso que acelera el paso de los alumnos dentro y fuera del colegio. Por la puerta principal, decenas estudiantes del horario vespertino salen bulliciosos y apresurados con dirección a sus hogares antes de que oscurezca; mientras otros a esa misma hora se alistan para ingresar y empezar su jornada de estudios.

Eddy Cepeda, del horario nocturno del colegio República de Venezuela, aún recuerda cómo estudiar en la noche le subió la autoestima y le cambió la vida. Algo cabizbajo, como a quien aún le avergüenza un poco entablar una conversación, comenta que su estadía en el Vicente Rocafuerte no fue tan saludable. Tenía unos kilos de más y eso era motivo de burla para sus compañeros. Situaciones que las vivía también en sus días de escuela.

De la mañana se cambió a la tarde, pero las mofas continuaron. Fue así que decidió cambiarse a la noche. Cree que ha hecho lo correcto. No se siente en el foco de bullying (acoso físico o psicológico). “La gente en el curso respeta, casi todos son mayores”.

De 20 años, está en segundo de bachillerato, pues un par de cursos no fue al colegio, para evitar que lo molestaran. Ahora, dice, “ya uno asienta cabeza y hay que seguir estudiando”.

Mientras el cielo oscurece cada vez más deprisa, Giovanny Bayas también espera su turno para entrar al plantel. La primera clase inicia a las 19:00. En el aula de décimo año, a la que pertenece, van llegando uno a uno los demás estudiantes.

“Yo vengo a estudiar, no sé cómo hay gente que cree que ir al colegio es ir a perder el tiempo, u otros que van a clases pero nunca atienden al profesor. Yo vengo a prepararme, tuve que haberlo hecho antes, pero ahora lo estoy haciendo”, dice el joven de 27 años, quien quiere recuperar el tiempo perdido.

Para Giovanny, trabajar y estudiar no es tarea fácil. Su jornada laboral inicia a las 00:00 y concluye a las 08:00, pero antes recibe clases de 19:00 a 22:00. Tiene la mañana y tarde para ver a su hija de tres años, por quien soporta este esfuerzo diario a la hora en que la mayoría duerme.

Todos los días va a clases. Dice que aprende mucho, pues debe obtener el bachillerato para continuar conduciendo un expreso que traslada a los trabajadores del aeropuerto cada madrugada. Es chofer profesional. Además, quiere el título para iniciar una tecnología en transporte terrestre.

Eddy y Giovanny pertenecen a los 12.000 estudiantes que reciben clases en el horario nocturno de la llamada ‘Educación extraordinaria’ en Guayaquil. Ellos asisten a 35 colegios que abren sus puertas en la noche y ofertan Educación Básica Superior y Bachillerato Extraordinario en Ciencias y Técnico.

Detrás de cada uno de esos rostros hay una historia que los induce o los obliga a estudiar en la noche.

Pero el funcionamiento de estos planteles en este horario pareciera estar próximo a terminar porque cada vez hay menos, en comparación a décadas pasadas. Existe un riesgo de por medio: el peligro de salir de clases a las 22:00, una hora en la que escasean los buses y las calles se quedan desoladas.

Pero aún así continúa siendo una oportunidad para muchos, como el caso de Jéssica Ahmed. O más bien, una segunda oportunidad. Ella tenía 15 años cuando le salió positivo una prueba de embarazo y entonces debió convertirse en madre y esposa. Para cuidar bien de su nuevo hogar y sobre todo de su hijo, se retiró del colegio cuando cursaba el décimo año. Después de un lustro regresó. Ya con otro bebé, planificó junto a su esposo el cuidado de los pequeños para así retomar las clases.

“Él llegaba en la noche, entonces cuidaba a los niños y yo aprovechaba para ir a estudiar y terminar el colegio”. Lo dice agradecida además con sus padres y sus suegros, quienes desde el embarazo la apoyaron. Ahora tiene 25 años y el título de bachiller de por medio. El año pasado se incorporó de la unidad educativa fiscal Martha Bucaram de Roldós.

A nivel nacional, hay más de 18.000 graduados por los programas de alfabetización y bachillerato intensivo que lleva el Ministerio de Educación.

A esa cifra de graduados quiere pertenecer pronto Carlos Angulo, quien ha observado cómo de los 50 a 60 compañeros que se inscriben cada año, terminan de 15 a 20.

Carlos conversa con EXPRESO a las afueras del colegio, un lugar que luce desolado después de que se cierran las puertas detrás él. Tiene 19 años y su vida dio un giro total cuando su padre fue operado de un tumor en la cabeza, aparte de que ya sufría de diabetes.

El joven cuenta su historia con tono triste. Vive con sus padres, pero quien se encarga de los ingresos de la casa es su madre y mientras ella trabaja, él cuida de su padre.

Tiene la mañana y tarde para los quehaceres en el hogar y estar pendiente de su progenitor. A las 16:00 llega su mamá y entonces tiene tiempo para ir a estudiar. Antes de que su progenitor enfermara estudiaba en el horario matutino del colegio Agustín Vera Loor.

Comenta que el cambio fue un poco difícil, pero igual que el resto, ya se ha acostumbrado. Ahora quiere aprovechar esta segunda oportunidad, aunque no sea fácil. Carlos ve hacia el cielo y se acomoda el abrigo. Siente algo de frío. VLQ

Modalidad y campaña para que todos estudien

El Ministerio de Educación mantiene programas para alfabetizar, y de esa manera conseguir que todas las personas accedan al derecho de la educación.

Esta cartera de Estado es la responsable de garantizar los procesos educativos en favor de la población en todo el territorio nacional.

Para las personas que no han logrado acceder a la educación escolarizada obligatoria en la edad correspondiente, ha implementado la campaña ‘Todos ABC’, Alfabetización, Básica Intensiva y Bachillerato Intensivo Monseñor Leonidas Proaño.

El objetivo de la campaña es movilizar a la sociedad para alfabetizar, completar la educación básica y dar continuidad a la formación de los ciudadanos. El proyecto en acción es a través de la Subsecretaría de Educación especializada e Inclusiva, la Dirección Nacional de Escolaridad Inconclusa y el Proyecto de Educación Básica para Jóvenes y Adultos EBJA.

Por otra parte, Educación mantiene además del horario nocturno, modalidades de estudio que se acoplan al horario de quienes no tienen tiempo de ir a clases y concluir su bachillerato. La modalidad a distancia es una de ellas. Está dirigida para personas de 15 años en adelante y únicamente en aquellos circuitos donde no existe cobertura pública presencial o semipresencial.

La modalidad semipresencial, la que no exige a los estudiantes asistir diariamente a clases, pero sí una asistencia periódica, está abierta para personas con mínimo 15 años de edad y requiere de un trabajo estudiantil independiente. La modalidad presencial es la que se rige por el cumplimiento de normas de asistencia regular al colegio.