El estrecho de Ormuz y una posible guerra

El estrecho de Ormuz es un angosto paso entre el golfo de Omán, localizado al sudeste, y el golfo Pérsico, al sudoeste. En la costa norte se localiza Irán. Fue guarida de piratas desde el siglo VII a. C. hasta el XIX. Hoy tiene importancia estratégica debido a que se encuentra en la salida del golfo Pérsico, que es rico en petróleo. Su anchura es de 60 a 100 kilómetros. Casi el 20 % del petróleo del mundo y aproximadamente el 35 % comercializado por mar pasan por el estrecho.

Es una de las zonas más importantes y geoestratégicas del mundo. Para reducir el riesgo de colisión, los barcos siguen normas de separación de tráfico: los entrantes usan un carril, los salientes usan otro; cada carril tiene un ancho de dos millas. Para atravesar el estrecho, los barcos cruzan las aguas territoriales de Irán y Omán en virtud de las disposiciones de paso de tránsito de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar. La mayoría de países acepta estas reglas de navegación habituales, tal como determina la Convención.

En abril de 1959 Irán alteró el estatus legal del estrecho al expandir su mar territorial a 12 millas náuticas y declarar que solo reconocería el tránsito por paso inocente a través del área recientemente ampliada. En julio de 1972, Omán también amplió su mar territorial a 12 millas náuticas. Así, a mediados de 1972 el estrecho de Ormuz estaba completamente “cerrado” por las aguas territoriales de Irán y Omán.

Durante la década de 1970, ni Irán ni Omán impidieron el paso de buques de guerra a través del estrecho, pero en 1980, al ratificar la Convención del Mar en agosto de 1989, Omán decretó que solo se permite el paso inocente. Las declaraciones afirmaron además que se requería un permiso previo para el paso de los buques de guerra extranjeros.

Al firmar la convención en 1982, Irán anunció que “solo los Estados parte de la Convención sobre el Derecho del Mar tendrán derecho a beneficiarse del paso en tránsito”. En mayo de 1993 promulgó leyes, varias de las cuales entraron en conflicto con las disposiciones de la mencionada Convención, incluido el requisito de que los buques de guerra, submarinos y naves de propulsión nuclear obtengan un permiso antes de realizar un paso inocente a través de sus aguas territoriales, disposición que no contempla la Convemar, pues se permite el paso inocente.

Buen pretexto de guerra. Es en esta zona donde muchos analistas consideran que va a empezar la tercera guerra mundial. Tras el histórico acuerdo pactado entre Irán y el grupo 5+1 (Rusia, China, EE. UU., Francia, Reino Unido y Alemania) en 2015, conocido como Plan de Acción Conjunta, las tensiones en toda la zona habían disminuido considerablemente. Pero tras la salida del acuerdo nuclear por parte de los EE. UU. y las sanciones de este último contra Irán, la república islámica amenaza con cerrar Ormuz, lo que ha ocasionado que EE. UU. envíe la Quinta Flota de Guerra para evitar el cierre.

Países como Irak, Kuwait, Catar y los Emiratos Árabes Unidos sacan su petróleo por vía marítima, y al cerrar el estrecho del golfo Pérsico habría una crisis mundial. Si Irán cumple esta medida es casi seguro que se produciría un conflicto armado. EE. UU. cuenta con el apoyo de Israel, Arabia Saudita, los países ribereños del golfo (Baréin, Catar, EAU y Kuwait), adversarios de la república islámica de Irán. A ellos se sumarían, Israel y Europa Occidental, una de las zonas que estarían más afectadas porque la mayor cantidad de petróleo que consumen proviene de esta región.

Irán cuenta con Rusia, su mayor aliado, potencia que, al igual que en el conflicto de Siria, tendría que intervenir, ofreciéndole todo tipo de armamento de defensa y de ataque. Rusia, por intereses económicos, no permitiría que caiga Irán ni el llamado “cambio de régimen”. China entraría de una forma más activa en los conflictos del Oriente Medio. Dando asesoría logística y militar, y podría mandar parte de su ejército para asegurar la integridad de Irán. Además del apoyo de aliados regionales: Hamás en Palestina, Hizbulá en el Líbano, Siria y las milicias chiíes de Yemen e Irak.

Conclusión. El conflicto armado, que puede producirse de un momento a otro, se regaría por el mundo, pues una cosa es luchar entre Estados con armas convencionales y otra, una guerra nuclear, en la que tarde o temprano nuestra América no se salvaría de las consecuencias. Esta vez el pretexto es el petróleo, lo que hace más necesario que los Estados tomen en serio las medidas que tantas veces se discuten y se comprometen a cumplir, para combatir la contaminación ambiental y evitar el calentamiento global. Una buena cantidad de Estados productores de petróleo, entre esos nuestro país, deben buscar con urgencia la forma de que sus economías no dependan de este contaminante, que es a la vez, cada cierto tiempo, un buen pretexto para iniciar conflictos.