Duda metodica
Dice un proverbio de la Escritura que por sus obras los conoceréis y es que solo la palabra suele presentar imágenes, a más de distorsionadas hasta falsas. Por eso es indispensable juzgar con obras cumplidas en la mano. Llegó como candidato con una frase hecha: “Bienvenidos luchadores por la paz y por la vida”. En Venezuela se ha roto la paz y la muerte asecha en la mira de los fusiles de la Guardia Nacional, que ha dejado 80 ciudadanos asesinados, entre ellos jóvenes estudiantes que apenas se abrían a la vida y Ecuador se abstiene de votar en la conferencia de cancilleres de la OEA, que trataba de analizar el problema venezolano, continuando sometido al eje castro-madurismo que reprime a ese país. Proclama a Correa como máximo líder de la llamada revolución ciudadana, llamándolo hermano y aparece en una foto confundido con el ultraísmo correísta, en la cual faltan los “mecenas” de la RC, el Mono Jojoy y Marcelo Odebrecht, a quien el vicepresidente casi saca a patadas de su despacho, según asegura Glas, mientras su tío pasa el sombrero por los contratos de Odebrecht y recolecta USD 13 millones, ocho en dinero en efectivo. ¿Y dónde está esa plata? Probablemente enterrada en un lugar desolado e inhóspito o en las bóvedas en que la ocultaba el kirchnerismo, o en Andorra, donde la tenía Mosquera, firmante de un contrato de estudios y no corrupto, como afirmara el expresidente Correa. Pasa luego a constituir el Consejo Consultivo, que aparentemente se encargará de solucionar los problemas económicos, integrado por cinco ministros, apenas dos del sector empresarial y se da asiento en ese organismo a la economía popular y solidaria, creada por la impenitente demagogia de Correa, marginando a la agricultura y la ganadería, la primera generadora de divisas y empleo, y la segunda en manos de millares de pequeños campesinos. Y designa como su presidente a Glas, tan cuestionado y tan acérrimo correísta.
Un político acuñó una frase hace algún tiempo, cuando después de un período de gobiernos impopulares, colaboraron con el nuevo gobernante, diciendo que todos se habían subido a la camioneta. Hoy, sin una prudente espera, todos se han subido a un tren en marcha, sin que hayan transcurrido los cien días que ha sido el período clásico que se aguarda para juzgar a los nuevos gobiernos. Ojalá los partidos y organismos sociales no se equivoquen en el juzgamiento de la nueva realidad nacional basados en palabras y ojalá también lo haga el nuevo gobernante, que se ufana de haber pasado del 51 % de su elección al 71% al cabo del primer mes de gobierno.