Pantalones jeans, vestidos con lentejuelas, enterizos con mallas, faldas con pliegos y mucha más ropa colombiana saturan las casas comerciales de San Lorenzo, ciudad de la frontera norte de Esmeraldas. Además de los locales ya establecidos, la mercancía extranjera se instala en las veredas y calles de ese cantón, con kioscos improvisados y tendidos en las aceras.

Como cada año, las dos últimas semanas de diciembre y la primera de enero el Municipio de San Lorenzo celebra la feria de ropa y accesorios, para lo cual destina una o varias avenidas, con la finalidad de reactivar la economía de la ciudad y ofrecer variedad a las personas locales y a los visitantes que llegan desde las diferentes comunidades rurales de la zona, explicó la Alcaldía de la ciudad en un comunicado acerca de la feria.

Durante el recorrido que realizó este medio por los 180 nuevos kioscos comerciales de la feria, se constató que la mayoría vende ropa colombiana. Casi la mitad de los administradores de estos negocios son ciudadanos colombianos y los demás, si bien son ecuatorianos, comercializan prendas de ese país.

• TEMOR AFECTAN VENTAS. Aunque la feria de diciembre en San Lorenzo cuenta con 180 puestos, los comerciantes se quejan de que las ventas han caído al menos un 60 % en comparación con las ferias de los dos últimos años. Culpan de ello a la delincuencia en la ciudad y a la presencia de bandas de asaltantes y sicarios que ha reportado la Policía en el cantón.

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“Venimos a San Lorenzo porque sabemos que a la gente de acá le gusta la ropa colombiana porque es bonita y barata”, le cuenta a EXPRESO Marlene Angulo, vendedora colombiana que trajo su mercancía de la ciudad de Tumaco del vecino país.

Además de lo rutinario, el comercio colombiano de prendas y calzado se instala con fuerza en San Lorenzo cada diciembre, pese a que aún no está habilitado al comercio el paso fronterizo entre Colombia y Ecuador, tanto por mar como por el puente sobre el río Mataje que une a ambos países. Una situación que evidencia que la mercancía colombiana ingresa ‘camuflada’ al país.

“Se trae poco a poco o uno habla con los militares y les da algo”, confiesa Víctor Camacho, otro comerciante de la feria, quien menciona que en este 2023 no ha valido la pena el riesgo porque de todos modos las ventas están bajas en comparación con los dos últimos años. “Si nos hubiéramos quedado a vender en Tumaco, seguramente nos habría ido mejor”, añade.

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Por el puente internacional sobre el río Mataje, que tiene 68,3 metros de longitud, transitan en promedio 150 personas al día que cruzan entre Colombia y Ecuador. Todos deben presentar su documentación y explicar a los militares ecuatorianos y colombianos que controlan el paso el motivo de la entrada y salida de cada país. Una de las funciones de los uniformados es evitar el comercio irregular.

El comercio por ese paso no está habilitado desde el año 2017, cuando fue inaugurado el puente. Durante la pandemia estuvo cerrado al tránsito y se reabrió en el 2021. Sin embargo, la parte comercial no se ha podido retomar debido a la falta de los Centros Nacionales de Atención en Frontera, que están a cargo de los gobiernos centrales de ambos países.

Ante ello y para impulsar la creación de estos centros, varios han sido los esfuerzos de los gobiernos locales de San Lorenzo y su vecino colombiano Tumaco para que el paso comercial sea una realidad. Así, la mercancía se movería entre ambas ciudades de forma legal.

El 6 de diciembre último, en representación de San Lorenzo, la vicealcaldesa de ese cantón, Elsa Reasco, se reunió con autoridades de Tumaco para abordar, entre varios temas, el desarrollo de la zona colombo-ecuatoriana y la necesidad de abrir al comercio el puente sobre el río Mataje

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“Es más lo que nos une que lo que nos separa. Trabajamos para estrechar ambas ciudades y hay una decisión política firme de trabajar para que de una vez por todas ya se aperture comercialmente este puente, que va a traer desarrollo y oportunidades a nuestra gente”, menciona Reasco en un video sobre el tema colgado en las plataformas informativas de la Alcaldía.

Y mientras las autoridades trabajan para regular la fluidez comercial, los vendedores colombianos siguen hallando formas, por el mismo puente o por otros pasos no reconocidos legalmente, para colonizar cada fin de año la frontera norte con vestidos y accesorios.

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