Cesped y excentricidad
Cada evento deportivo encierra curiosidades que van aumentando con el paso de los años. Unos se convierten en tradición y otros en leyenda; Wimbledon lo acapara todo en un mismo escenario.
Diferente al resto debido a la cultura inglesa que impregna las pistas, el tercer Grand Slam de la temporada no solo que es el único que se juega sobre césped, sino que está repleto de características que lo distinguen del resto. Desde tenistas que visten de blanco riguroso, pasando por aficionados que comen fresas con crema y que los cuadros dejan de denominarse de hombres y mujeres para darles el título de damas y caballeros, son solo algunas de las curiosidades.
La sede del torneo, el All England Lawn Tennis Club, cuenta con solo 375 socios permanentes, además de 100 temporales que se renuevan de manera anual. Entonces, ¿cuál es la manera más sencilla para hacerse socio? La respuesta es sencilla: ser ganador de Wimbledon, lo que te da derecho a ser socio honorario.
En cuanto a sus asistentes ‘vip’, estos no pueden ir en jeans. Los abonos que dan derecho a una plaza en una de las tribunas de la pista central cuestan unos 67.000 dólares para cinco años.
La etiqueta de “inteligente, pero casual” que se les exige a los asistentes de las localidades VIP, impone que no pueden ir en jeans, pantalones de hacer deportes o camisetas y zapatos de la misma línea. El manual indica que deben ir en traje o al menos casuales. Sin embargo, en los últimos años, la organización flexibilizó un poco la norma ante la presencia de extranjeros que no acuden de etiqueta, eso sí, mal vistos por el resto de refinados aficionados. Todo un cúmulo de excentricidades que hacen un torneo único. CFH