A 1.475 kilómetros de Durán podrían estar las claves para superar la crisis de inseguridad que está padeciendo el cantón guayasense. La ciudad ha sido sometida por el crimen y la violencia, al punto de convertirla en una de las más inseguras del país. 

EXPRESO habló con Juan Carlos Saldarriaga, alcalde de Soacha (Colombia), ciudad que, al igual que Durán, ha sufrido los embates del delito, el olvido, el narcotráfico y la muerte, pero que está dejando atrás esa oscura historia.

Además de la inseguridad, hay varias similitudes entre Durán y Soacha. Las dos están conurbadas con las ciudades de mayor población de sus países, Guayaquil y Bogotá; la mayoría de sus habitantes son de estratos vulnerables y, pese a que no son capitales, tienen una generosa cantidad de habitantes: Durán es la octava más poblada de Ecuador y, Soacha, la sexta más habitada de Colombia. 

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Otras similitudes son que sus alcaldes han estado amenazados y que en ambos territorios se han asentado poderosas estructuras criminales dedicadas al tráfico de drogas y la extorsión. De hecho, Soacha fue por mucho tiempo una población clave para las FARC, por su cercanía con Bogotá.

En cuatro años, esta ciudad colombiana, considerada por mucho tiempo como una de las más peligrosas de Colombia e incluso como un cantón inviable, redujo la tasa de homicidios de 25 asesinatos por cada 100 mil habitantes a 8; pasó de tener 0,4 policías por cada 1.000 habitantes a 1,2; desarticuló 30 bandas dedicadas al microtráfico y redujo el desempleo de un 26 a un 11 por ciento.

Pero, ¿qué se hizo para obtener estos resultados? De acuerdo con Saldarriaga, el cambio comenzó poniendo en orden las finanzas. 

“Lo primero que hay que tener es plata. Los gobernantes llegaban a llorar que no había dinero, que el Gobierno no mandaba plata... La primera decisión fue arreglar financieramente para luego decidir cómo invertir”, explicó.

Para ello, pasó de tener 50 a 200 funcionarios en la Secretaría de Hacienda, contrató un software contable y puso en marcha una actualización catastral y un estatuto tributario. Con dinero en el bolsillo empezó la inversión. Detectó que la matrícula de los niños en los colegios era un caos y que muchos se quedaban por fuera, así que habilitó la inscripción por internet, priorizó la alimentación escolar e incorporó talleres de convivencia en los planteles. Luego identificó el sector más violento, la Comuna 4, y llevó inversión social allí.

Se pavimentaron vías y se instaló alcantarillado donde no había, la alcaldía puso los materiales, y la comunidad, la mano de obra. Además, durante la pandemia, esta fue una de las pocas ciudades que no cerró la industria, lo que atrajo a empresas que terminaron quedándose, ampliando el empleo. Posteriormente, creó una policía metropolitana. 

“La Policía nos dijo, ‘necesitamos motos, patrullas, oficinas, computadoras’, y ahora tenemos unas instalaciones en nuestra ciudad que nos cuestan mucho dinero, pero tenemos a la policía con todas sus especialidades, hemos fortalecido la inteligencia para atacar las bandas”, explicó.

Esta misma inteligencia ha permitido dar golpes al narcotráfico. Adicionalmente, facilitó que la tasa de esclarecimiento de los delitos en Soacha esté en un 50 por ciento, lo que ha generado confianza entre las autoridades y la comunidad. Aunque antes la gente no denunciaba los delitos porque creía que nada iba a pasar, ahora sí lo hacen.

Otra acción que implementó fue instalar cámaras de seguridad y está en construcción un centro de monitoreo y análisis de esos dispositivos, que se entregará en diciembre.

Saldarriaga atendió la entrevista un día después de llegar de Seúl, Corea del Sur. La experiencia de Soacha es revisada en varios países del mundo y quizá lo que hicieron puede funcionar como una guía para que Durán encuentre las salidas que busca.

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