Cuando una amiga se va
Debieron pasar cuarenta años desde la primera amplia sonrisa hasta el último intercambio de frases amables con rastros de nostalgia. Es mi remembranza de María Delia Aguirre Medina, amiga de consecuencia, inteligente, nacida de buena cuna demostrada en los actos de su vida; fue un ser humano leal y amable.
No me deja de sorprender que, aun comprendiendo a plenitud el concepto de la fragilidad de la existencia, pueda uno interactuar con alguien en un largo diálogo y de repente la persona ya no está más.
En el camino uno conoce a muchas personas. La mayor parte permanecen en la periferia del encuentro casual, o en la relación de los negocios; están las parejas que dejan huella y otras, las más, que se perdieron en el tiempo. Pero hay seres que marcan la diferencia por su actitud, empatía, belleza física, o, más importante aún, su belleza espiritual. Son las compañías buscadas para compartir una conversación, confrontar opiniones, compartir momentos de sosiego, ser solidario en las penas, y cantar las alegrías.
Pude apreciar en María Delia su capacidad de discernimiento, fuerza de personalidad, espíritu de guerrera, y deseo de marcar la diferencia. Aquilaté su condición de hija dedicada, hermana fiel, madre amantísima de su prole y nietos, y profesional referente. Escaló los sitiales y metas que se puso por delante, fuere en el conocimiento y la práctica de su profesión, en su trabajo dedicado y confiable, desplegando enorme diligencia en el cumplimiento de sus tareas asignadas, y mostrando permanentemente dotes de liderazgo. Estuvo adornada con un gran don de gentes, llena de compasión; practicando la caridad y atendiendo al bienestar de los suyos.
Fui privilegiado al tenerla, primero, como mi asistente en los tiempos que laboré en el Banco Central. Luego, acompañándome como directora alterna de la Asesoría Jurídica Ministerial, pude estar tranquilo de que todos los despachos, acuerdos y decretos que firmaba en el Ministerio de Finanzas eran acorde a Derecho.
Posteriormente, como era natural, observé cómo desplegó sus alas para cumplir sus visiones de vida, viendo con enorme satisfacción cómo aquella joven se transformaba en profesional de rango y responsabilidad. Eventualmente, luego de obtener su doctorado en Jurisprudencia, ocupó el Decanato de la Facultad de Derecho de la estimable UEES, para, más adelante, y retornando a la tarea de apoyo, ser la directora de Becas y extender el apoyo institucional a todos aquellos jóvenes meritorios que requieren del apoyo para cumplir sus propios sueños de superación.
Una de mis opiniones más firmes es que la muerte no termina una relación, sino que la transfiere al plano mental. Al desmaterializarnos de lo corpóreo, lo que sobrevive es el recuerdo y las memorias felices de la relación que sostuvimos.
María Delia, “María Bonita”, como siempre la llamé, vivió una vida corta, pero lo hizo con gallardía y propósito, y enfrentó a la muerte con valentía digna de ejemplo y admiración. Hoy ocupas otra dimensión, pero desde el primer momento y por siempre eres una gran amiga y formidable mujer. Se te echa de menos y estarás siempre presente.