Ambato también es una de las ciudades del país asediada por los extorsionadores. Comerciantes han cerrado sus locales por la persecución y temor y otros han optado pagar a los ‘vacunadores’ para seguir con sus trabajos diarios de manera tranquila. Quienes no han pagado a los extorsionadores han recibido como alerta un ‘bombazo’.

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Eso le pasó a una comerciante de una tienda de víveres en las calles Bolívar y Tomás Sevilla, centro de Ambato, en noviembre del 2022, también en Huachi Grande afuera de la casa de un comerciante le lanzaron explosivos, después de negarse a pagar a los extorsionadores una determinada suma de dinero a cambio de ‘protección’.

“Hay muchos casos de personas extorsionadas que no denuncian”, aseguró el nuevo comandante de la Subzona de Policía en Tungurahua, William Calle Silva, quien desde el miércoles 17 de mayo está al frente de la Policía en esta provincia.

Calle antes prestaba sus servicios en Esmeraldas, aseguró que trabajarán con estrategias para evitar que Tungurahua, especial Ambato, no se incremente el índice de muertes violentas intencionadas.

Una de ellas es visitar los locales comerciales y conocer de manera directa si son víctimas de la delincuencia. “Muchas personas no denuncian por temor, pero al estar con ellos de manera personal no tendrán necesidad de acercarse a formalizar. Se levantará un parte policial para empezar las investigaciones”, expresó el jefe de la Policía en Tungurahua.

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Aseguró que el trabajo lo planificarán con la Policía Comunitaria e incluso él también se unirá al equipo de elementos uniformados para brindar más confianza a los comerciantes.

En lo que va de este mes, los policías en la provincia han capturado a los integrantes de dos bandas de extorsionadores.

El primer operativo se cumplió el pasado 3 de mayo, cuando se ubicó a dos individuos que pedían dinero a los dueños de un gabinete para supuestamente ‘protegerlos’, mientras que otros siete, presuntamente integrantes de la banda criminal Los Lobos fueron detenidos el martes 16 de mayo.

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Los procesados pedían desde 50 hasta 2 mil dólares a sus víctimas. Es por esto que en la capital tungurahuense se ha observado que muchos comerciantes han decidido cerrar sus negocios “porque no tenían cómo pagar, ni tampoco querían vivir en incertidumbre”, asegura el nuevo jefe policial de la Subzona.