
Unas 360 mujeres son pescadoras en Ecuador
Para los amantes del sabor de los frutos del mar pensar en quién hizo posible que el alimento llegue hasta su mesa quizá no sea trascendental.
Pero, saber que unas 360 mujeres participan en la pesca, recolección de conchas, captura de cangrejo y de camarón eso sí marca la diferencia.
Sobre todo porque es una labor que exige cuidarse de los ‘piratas’ (delincuentes que roban y matan en el mar), mucha destreza en el manejo de red, anzuelo y trampas; y más aún porque la labor todavía es un arte manejado más por los hombres.
Sin embargo, ellas han sabido conquistar el espacio; tanto que hoy la líder de los pescadores artesanales es una mujer.
Gabriela Cruz Salazar es la presidenta de la Federación Nacional de Cooperativas del Ecuador (Fenacopec). Ella aprendió el arte de la pesca desde los 10 años, proviene de una familia de pescadores de General Villamil Playas.
Con orgullo dice a Diario EXPRESO que es la primera mujer en ser presidenta de una federación nacional de pescadores, en la región. Ella es parte de Fenacopec desde el 2000 cuando llegó para evitar la desintegración del gremio. Cuando llegó la federación estaba conformada por 20 asociaciones, ahora suman 570.
Así que Cruz no solo tiene el don de pescar, sino también de unir a sus compañeros. Además, es la representante de los pescadores andinos en el Foro Mundial de Pescadores.
Para conocer directamente el trabajo de las mujeres pescadoras, un equipo de periodistas es citado en un muelle del Guasmo. Fue ayer, un domingo en que llovía fuertemente y eso obstaculizó que las pescadoras lleguen hasta el punto acordado. Solo la líder logra vencer el temporal y llega en su embarcación hasta la orilla del mercado Caraguay, en el río Guayas.
Cruz destaca que la labor exige madrugar y hacerse a la mar, pero cada uno de los pescadores lleva en sí el orgullo de aportar a la soberanía alimentaria. Y lo más importante es que son parte de una empresa (el mar) que se preocupa por manejar el recurso con responsabilidad.
La líder enfatiza que sus compañeros no hacen diferencia en el momento de laborar en el mar junto con ellas, más bien se sienten apoyados. Porque al final, hombres y mujeres reman juntos y coordinados con un mismo propósito: sacar adelante a su familia, a su negocio y al país.