La semana pasada Petroecuador anunció que debido a un daño en una válvula de la unidad de crudo 2 de Refinería Esmeraldas la producción de asfalto se detuvo. Esta entidad es la encargada de proveer de asfalto AC-20 a todo el país.

En Quito la escasez de asfalto afectó a 15 proyectos que se venían desarrollando en algunos sectores como la avenida De Los Libertadores, en la calle R en el barrio San Martín de Porres, la avenida 10 de Agosto, entre otras.

La Empresa Metropolitana de Obras Públicas informó que continuará realizando las obras conforme al abastecimiento que tenga en planta.

Por su parte el ministro de Energía, Fernando Saltos, mencionó que la reparación de la unidad de crudo que estaba planificada para unos días durará varias semanas.

Sin embargo, el problema de las vías no radica solamente en la escasez temporal del material, sino en la calidad del mismo.

Así lo señala Gustavo Yánez, docente de la materia de pavimentos en la Universidad Católica, “nosotros hemos visto que la calidad de asfalto que nos entrega la refinería es lo último” y explica que la principal causa es que a Petrocomercial solo le interesa vender el petróleo, mas no la producción de asfalto.

Yánez asegura que el asfalto que se produce en el país debe contar con unas especificaciones técnicas basadas en su nivel de penetración, punto de inflamación, gravedad, solubilidad, ductilidad y viscosidad para que dure por más tiempo. Estos parámetros están determinados por el Ministerio de Transporte y Obras Públicas y la normativa internacional.

El tiempo promedio de duración de un asfalto es de “10 a 15 años, máximo 20, pero siempre y cuando se realice el mantenimiento, porque por regla general desde el quinto año este ya presenta fisuras”, comenta. El docente afirma que Petroecuador debe realizar pruebas de calidad en cada extracción de crudo para determinar también las características del asfalto, sin embargo, tiene conocimiento de que esto no se realiza.

Para que las obras de rehabilitación vial resulten exitosas es necesaria la intervención de un fiscalizador. Este tiene la labor de vigilar que las actividades se realicen de acuerdo al diseño y respetando la calidad de los materiales.

“Lamentablemente en Quito el proceso de fiscalización lo realiza el mismo Municipio y no siempre es personal calificado”, comenta Soledad Montalvo, ingeniera civil.

Ella coincide con Yánez al afirmar que es necesario que los contratistas trabajen de manera responsable y mejoren la calidad del asfalto al momento de usarlo. Es decir, colocarle aditivos para potenciar el material y aplicarlo conforme el diseño.

“Otro problema es que por temas contractuales los encargados de la obra colocan el material sin respetar el clima y eso afecta a cualquier tipo de mezcla asfáltica” comenta Montalvo.

Para el ingeniero civil y fiscalizador de obras Richard Jiménez el problema radica propiamente en la elaboración de la mezcla “no se cumplen las normas como deben ser y por eso sale defectuoso”.

Los tres expertos concuerdan en que existe una mala práctica por parte de los contratistas, que consiste en colocar la capa asfáltica de un espesor menor al establecido en el diseño, con el fin de ahorrarse recursos.

Jiménez detalla que esto sucede porque los municipios contratan al mismo constructor de la vía para realizar su reparación. “El negocio es redondo, se ahorran en materiales y luego ganan de nuevo en el siguiente contrato”.

Para el ingeniero Yánez, esta práctica no es la correcta, pero en cuanto a valores menciona que no siempre la entidad contratante ni los contratistas quieren asumir los costos de los aditivos que ayudan a potenciar la calidad del asfalto.

Además, recuerda que la refinería debería proveer diferentes tipos de asfalto de acuerdo a la región del país donde se va a usar, pero que “ahora se vende uno para todos”. El catedrático enfatizó en que hubo una época en la cual la empresa estatal solicitaba a la universidad el análisis del asfalto para determinar su calidad, pero que últimamente ya no se han realizado dichos estudios.

Una posible solución para tener vías en mejor estado es concesionarlas, el Cabildo quiteño analiza esto como una de las alternativas para la avenida Simón Bolívar y la Ruta Viva. La idea genera posiciones divididas en la ciudadanía, pues no todos están de acuerdo con pagar para usar la carretera.