Junto a la Liga Barrial del sector Las Casas, en el norte de Quito, existe un terreno por el que los moradores han pedido intervención municipal en más de una ocasión. Incluso, en noviembre de 2023 lo hicieron a través de EXPRESO, pero ni así les prestaron atención. En el lugar había maleza alta, basura e incluso colchones con los que algunas personas tenían sexo al aire libre, pero ahora todo eso desapareció, pues en el sitio se hizo una limpieza con maquinaria privada.

Eso llevó a descubrir algunas trampas que utilizaban los delincuentes para hacer que sus víctimas cayeran, pues pese al trabajo realizado, varias de estas quedaron en el piso y han sido difíciles de remover. Estos objetos, colocados de una manera que buscaban hacer que las personas tropezaran, son alambres de púas. Poco a poco, los habitantes los han ido sacando.

Las mejoras en el sitio alegraron a quienes viven en los alrededores, pero cuando se habló de seguir trabajando para arreglar aún más la zona, los vecinos habrían empezado a retirarse de la incitativa, porque tocaba invertir algo de dinero.

Es lo que explica Nilo Lima, quien es propietario del restaurante El Tío, ubicado a unos cincuenta metros del terreno baldío. Él detalla que, por lo menos, quedan pendientes dos cosas para seguir avanzando con la obra: arreglar una salida de agua que hay en una esquina de las canchas de la Liga Barrial y colocar un sumidero que vaya por debajo de la tierra hasta una alcantarilla.

Luego de eso, se podrían colocar piedras para que este espacio no se convierta en un lodazal cuando llueve, sobre todo para facilitar el paso de niños y adolescentes que ahora pueden tomar este atajo para ir a sus unidades educativas.

Geovanny Calderón, quien es dueño de un taller, comenta que desde que él habita en la zona ha notado la falta de unión entre vecinos, sobre todo a la hora de mejorar por su cuenta la barriada. Él pide que ahora que se ha hecho la parte más difícil, otras personas se sumen.

Para él, es primordial no dejar de lado estas labores, porque de esa forma, poco a poco se ha conseguido que se retiren los consumidores de sustancias estupefacientes y delincuentes que utilizaban este terreno como escondite. Calderón señala que aún quedan unos espacios que los pillos utilizarían como guarida, donde también se habrían cometido actos de violación. “Esto era intransitable (...). La Policía viene, les manda, pero ellos (los delincuentes) vuelven a regresar”.

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